La construcción del monumento a las víctimas republicanas es solo la punta del iceberg. En realidad, se está llevando a cabo una reforma a fondo del cementerio de Torrero con el fin de integrarlo en la ciudad. Se trata de un cambio radical que incluye desde la introducción de urnas biodegradables a la rehabilitación de antiguos nichos.

"El camposanto de la capital aragonesa solo se visita en Todos los Santos y cuando se da sepultura a un familiar", explica un técnico municipal. "Pese a que tiene 55 hectáreas, está totalmente infrautilizado", concluye.

Para esta gran transformación el consistorio dispone de 10 millones de euros. Una parte de esa cantidad se destina al monumento republicano y a la señalización de tres rutas por el cementerio.

El grueso de las inversiones se destinará a remodelar en el cementerio. En este capítulo figura la modernización de los hornos de incineración y los tanatorios y también la construcción de salas para acoger ceremonias civiles y de otras religiones.

Además, está previsto mejorar los espacios de estacionamiento para vehículos, reformar los viarios y el mobiliario urbano y arreglar los parques y jardines. El proyecto se basa en la idea de que no es preciso construir más nichos, dado que existe una gran cantidad de espacios infrautilizados que es preciso recuperar.

En la actualidad, el camposanto zaragozano cuenta con 140.000 espacios funerarios. Por otro lado, cada año se construyen más de 5.000 nichos para cubrir las necesidades de una ciudad como Zaragoza, lo que tiene un coste de unos 3,5 millones de euros.

Sin embargo, el ayuntamiento ha calculado que ahora mismo existen en el cementerio de Torrero 30.000 unidades funerarias descontroladas. Se trata de nichos, tumbas y capillas desatendidos y por los que, en muchos casos, no se abonan las tasas municipales desde hace casi medio siglo.

Este remanente de espacios para enterramientos se reutilizará a partir de ahora, ya que el ayuntamiento quiere poner fin a la construcción indefinida de manzanas de nichos. En esta decisión ha pesado asimismo el hecho de que el 54% de las personas que fallecen en la ciudad o sus familiares optan por la incineración.

Esta solución, por su parte, genera otro tipo de necesidades, desde la construcción de columbarios, como hasta ahora, a la habilitación de zonas ajardinadas donde depositar las cenizas de los difuntos. Estas podrán ser gratuitas y de pago, en el caso de aquellas personas que deseen que su nombre aparezca en una placa.

En el mismo sentido, el ayuntamiento va a potenciar la utilización de urnas biodegradables, una medida con la que se quiere evitar el problema ecológico que plantean los receptáculos que se arrojan a la naturaleza.