Esta es la cifra que manejan las empresas de transporte escolar para cuantificar los efectos que están teniendo los cambios en el itinerario de las rutas. Un sobrecoste por el aumento del consumo o de horas de conducción, por ejemplo. Un perjuicio que no pueden reclamar ni al ayuntamiento ni a la empresa que les contrata. Lo sufragan como pueden. En tiempo, aseguran que una ruta puede aumentar la duración hasta en 40 minutos, llegando a ser de una hora. Hay un problema añadido: en el transporte escolar, 60 minutos es el tiempo máximo de conducción ininterrumpida que permite la ley al chófer.