El movimiento 15-M volvió ayer con toda su fuerza. A tres días del primer aniversario de la denominada Spanish Revolution, miles de ciudadanos salieron a las calles de Zaragoza bajo el lema No es una crisis, es una estafa en un momento en que sus demandas están más vigentes que nunca. Para todos los indignados que ayer zarandearon el país durante unas horas sobraban los motivos: los recortes sociales, las ayudas públicas a la banca, los desahucios, o el tijeretazo en educación y sanidad eran razones suficientes como para alzar la voz. La marcha, que transcurrió sin incidentes y en un ambiente festivo, concluyó en la plaza del Pilar, donde algunos integrantes del movimiento montaron a última hora de la noche unas siete tiendas de campaña.

Muchos ciudadanos pensaban que el fenómeno social de los indignados había muerto con la llegada del invierno, pero no fue así. Las asambleas se trasladaron a los barrios e hicieron suyo el viejo lema del movimiento antiglobalización: piensa globalmente, actúa localmente. Un trabajo en la sombra que de vez en cuando vio la luz en manifestaciones como la de la huelga del 29-M, la del Primero de Mayo o en las más recientes contra los recortes en educación y sanidad. Hoy el 15-M vuelve a copar las portadas y la única incógnita es si conseguirá mantenerse cercano al pulso ciudadano en los próximos días.

50.000 MANIFESTANTES Por lo visto ayer en las calles de Zaragoza y de otras ciudades aragonesas hay un buen caldo de cultivo. Los colectivos convocantes cifraron en más de 50.000 los participantes en la protesta, mientras que fuentes de la Delegación de Gobierno los rebajaron a 7.000. Más allá de las cifras, lo cierto es que ayer había mucha gente en el centro de la ciudad. De hecho, cuando los primeros manifestantes comenzaban a arremolinarse en la plaza del Pilar, los últimos aún pasaban por la de San Miguel.

La marcha comenzó a las 19.00 horas en la glorieta Sasera, hasta donde acudieron las columnas de Delicias, San José, Torrero o La Magdalena y las Mareas Blanca (personal sanitario) y Verde (sector educativo). Posteriormente, la protesta recorrió el paseo de la Constitución, el de la Mina, el Coso Bajo y Echegaray.

Los cánticos y las consignas fueron una constante a lo largo de toda la manifestación, que estuvo copada por jóvenes y familias con niños pequeños. Vuestra deuda no la pagamos, Unidos y adelante obreros y elefantes, Bancos y cajas culpables de la estafa o Urdangarín devuelve el maletín fueron algunas de las proclamas contra un sistema político que es percibido como el garante de un sistema financiero eminentemente injusto. "Esto va de mal en peor, cada vez hay más parados y los recortes están asfixiando a la gente; tenemos quedar un giro radical", subrayaba Alicia, de 65 años, que con cuatro nietos prefería "no pensar el futuro que les esperaba". Junto a ella, María Laseca, estudiante de sexto de Medicina, cantaba que "la Sanidad no es un negocio". "Debemos frenar los planes de privatización de este Gobierno", aseveraba.

FORO CIUDADANO La marcha comenzó a llegar a la plaza del Pilar a las 21.00 horas. Poco después se leyó el manifiesto y se celebró un foro en el que varios ciudadanos tomaron la palabra. Poco a poco, los manifestantes fueron abandonando la plaza hasta que a las 23.00 horas quedaban unas 150 personas. Y en ese momento se despejó la incógnita que había sobrevolado la protesta durante toda la tarde. Un grupo de indignados montó siete tiendas de campaña. La policía no actuó, aunque algunos de los asistentes tenían dudas de lo que pasaría de madrugada. "Quizá esperan a que esto se tranquilice y luego los desalojan", indicaba al cierre de esta edición uno de los integrantes del movimiento. Unos días atrás, la Delegación del Gobierno ya había dejado claro que no iba a aceptar ningún tipo de asentamiento.

Sea como sea, el hecho de que se acampara o no, no era algo que preocupara a los asistentes a la marcha. "Lo importante es que la mecha vuelva a prenderse entre los ciudadanos", comentaba un zaragozano que portaba una pancarta en la que se podía leer: No vengo por mis hijos, vengo por mi abuelo Andrés.