Enrique Symns (Buenos Aires, 1946) es uno de los periodistas y narradores argentinos más influyentes en la llamada cultura urbana. Publicó en noviembre del pasado año Una siniestra hospitalidad (Revista Orsai, n°10): una crónica introspectiva que muestra su periplo personal y vital por diferentes hospitales argentinos en estos últimos años. Espacios que se niega a asociar con la "antigua y agradable palabra hospitalidad" y que describe como los aeropuertos: en ellos llegamos y en ellos nos vamos.

Si la esencia del periodismo gonzo de Hunter S. Thompson tuvo algún descendiente real ese es sin duda Enrique Symns. Su marginalidad, malditismo, drogadicción y sexopatía lo acercan también al estilo confrontacional de escritores como Bukowski o Burroughs.

El cronista presenta la deshumanización de la medicina y de los hospitales. Centros en donde la definición del médico se canaliza por una receta y el discurso del paciente es sospechoso doblemente: por incompetente y por enfermo. La displicencia como moneda de cambio en el trato con el paciente. La pérdida de intimidad a la que uno se ve sometido. Lugares en los que la droga pasa de ser veneno a ser remedio. El miedo.

Symns habla de lo que conoce bien y desde dentro: las drogas y los bajos fondos. Y escribe en primera persona, sin sentimentalismos, a lo crudo. Alto y claro. Con mucha acidez, eso sí. Es un malabarista de los términos. Le apasiona reflexionar sobre el sentido de las palabras, analizar el origen lingüístico de sus raíces. Sus crónicas se pueblan de breves disquisiciones semánticas con las que aprehendemos la realidad que retrata. Pelea por entender las fórmulas y los signos que definen el mundo, por eso, se rebela contra las acepciones que le chirrían como esta de "hospitalidad" y "hospital".

Para los pacientes, y siguiendo con la semántica de las palabras que utiliza Symns, la raíz más cercana habría que buscarla en "hostilidad": espacios en los que nos desenvolvemos con dificultad; ajenos a nuestra voluntad y con reglas de funcionamiento que desconocemos.

A nadie le gusta ingresar en un hospital, salvo que se vaya a trabajar como médico o enfermero, claro. Aunque la situación que describe Symns de Argentina no es comparable, parece que últimamente en España, tampoco a estos: bastantes médicos de hospitales han empezado a renunciar a sus cargos porque entienden que la reforma en la sanidad pública es el progresivo "desmantelamiento" de la misma. Se ha vuelto también siniestra la "hospitalidad" española.