Mientras el Cuerpo Nacional de Policía sigue a la espera de recibir las pistolas taser comprometidas por el Ministerio del Interior, siete municipios aragoneses le han tomado la delantera y ya han equipado este sistema de seguridad que emplea descargas eléctricas a sus respectivas policías locales. El precio mínimo de cada una supera los 2.300 euros.

El último en hacerlo en la comunidad ha sido el Ayuntamiento de Fraga que ha adquirido dos dispositivos. Esta ciudad perteneciente a la comarca del Bajo Cinca tiene en la actualidad 17 agentes municipales, por lo que, a partir de ahora, siempre habrá una patrulla en la calle con un arma de este tipo. No obstante, según fuentes municipales, tienen previsto ampliar la plantilla, lo que conllevaría la adquisición de más pistolas de este tipo. «Era una demanda de los propios agentes porque consideran que hay casos que no es necesario emplear un arma de fuego y las defensas o porras no son suficientes ni para reducir según qué tipo de delincuentes ni para salvaguardar la propia integridad de los policías», apuntaron desde la casa consistorial fragatina.

Han pasado ya cinco años desde que La Puebla de Alfindén incorporó las taser a sus agentes municipales. Le siguieron las localidades de Tauste, Ejea de los Caballeros, Monzón, Pinseque y La Almunia de Doña Godina.

Para la implantación de estos dispositivos, estos siete consistorios han tenido antes que comunicárselo a la Dirección General de Interior del Gobierno de Aragón. No obstante, según fuentes consultadas, es una puesta en conocimiento sin necesidad de una autorización expresa porque no están catalogadas como armas letales.

Un aspecto polémico puesto que su uso está contraindicado en mujeres embarazadas, personas que se encuentren en situación de sufrir una caída peligrosa o en menores de menos de 12 años.También entraña un riesgo superior para el individuo disparado si la descarga la recibe cuando se encuentra bajo efectos de alguna droga o tiene alguna patología coronaria.

El primer país en usar la pistola eléctrica fue Estados Unidos. Amnistía Internacional llegó a realizar un estudio que concluyó que en un año se registraron más de 200 muertes durante arrestos de personas que habían sido disparadas previamente con taser. El Comité contra la Tortura de la ONU llegó a recomendar al Gobierno de España que prohibiera el uso de estas armas debido a que podrían ser empleadas como mecanismo para la práctica de tortura.

CUERPOS AUTONÓMICOS

Los Mossos d’Escuadra y la Ertzaintza comenzaron a emplearlas en el 2018. La primera actuación de la policía vasca fue en Vitoria para reducir a un enfermo mental que se había atrincherado en su habitación armado con un cuchillo.

En Cataluña los agentes la usaron para reducir a un maltratador que se mostraba agresivo tanto con su exmujer y su hija, como con los agentes que acudieron a detenerle. Fue en la localidad gerundense de Salt. En ambos cuerpos policiales, los agentes que lo emplearon son los especializados en antidisturbios.

Una implantación que no ha llegado ni a la Policía Nacional, la Guardia Civil o a la Policía Local de Zaragoza. Sindicatos policiales como el SUP o CSIF, en el caso de la capital aragonesa, reclaman este equipamiento.

En el caso del Cuerpo Nacional, señalan desde el SUP que «el número de bajas de agentes hasta noviembre del 2019 en intervenciones policiales era de 1.443 compañeros, pudiendo reducirse de manera drástica en el caso de contar con pistolas eléctricas, ya que los estudios técnicos manejados apuntan a una media del 70% menos de siniestralidad si se utiliza ese dispositivo».

Desde CSIF destacan que el uso de las taser no sustituye a ninguna otro arma, «simplemente es una alternativa de uso ocasional y que ocupa un espacio amplio entre las defensas». «El objetivo es aumentar la efectividad, rapidez, proporcionalidad y transparencia de las acciones policiales», afirman. Buscan, principalmente, «evitar entrar en el cuerpo a cuerpo con personas altamente agresivas y/o armadas».

DE 50.000 VOLTIOS EN VACÍO A 400 TRAS EL DISPARO

La pistola taser se puede disparar a casi ocho metros del objetivo, aunque la distancia idónea es de entre tres y cinco metros. Así lo explica Nacho Roa, que está al frente de Distripol Zaragoza, comercio en el que varios municipios aragoneses han adquirido este tipo de arma. El taser genera en vacío 50.000 voltios, pero en contacto con la persona cae a 400 voltios con una corriente de 2,1 miliamperios lo que, presuntamente, lo hace no letal para el ser humano.

El envío de impulsos eléctricos está limitado además a cinco segundos, aunque el agente puede repetir nuevas descargas si lo cree necesario. Roa destaca que la pistola taser siempre va unida a una cámara que graba la intervención policial y a un curso obligatorio que el fabricante ofrece para la correcta utilización.