Los locales de ocio nocturno son los que más restricciones están soportando por culpa de la pandemia del covid. Y los trabajadores de este sector, y de la hostelería en general, no pueden más. «Desde julio ninguno de mis empleados ha cobrado el erte. Y los autónomos, como pudimos abrir unas semanas en verano, no podemos pedir ayuda», denuncia Joaquín Lasierra, socio de los locales Tony Wilson y Parros, ambos en la calle del Temple, en el Casco Histórico de Zaragoza.

A las discotecas solo se les permitió abrir durante cinco semanas en verano y adaptando los locales a la nueva realidad. En julio se les obligó, de nuevo, a cerrar. «Tuvimos que comprar mesas y sofás e invertir bastante dinero y fue para nada. Luego en septiembre pedimos licencia de cafetería y gastamos dinero para poder reconvertirnos, pero, de nuevo, no ha servido», denuncia este joven empresario. Sus socios, cuenta, tienen todos más de 50 años, por lo que lo tendrían complicado para encontrar un nuevo puesto de trabajo. Los 35 empleados de la empresa, entre fijos y temporales, están todos sin trabajo. «Ya no tenemos colchón. No sabemos qué hacer. Amigos y familiares me han prestado dinero, pero no hay más», dice.

Óscar Dionis y Mari Carmen Muñoz son propietarios del Traste Karaoke. Los dos trabajadores que tenían ya están en el paro y ellos prefieren «ni pensar» en todo el dinero que se les ha ido durante estos meses. «Hemos solicitado un préstamo ICO pero, aunque te lo venden muy fácil, todavía no nos ha llegado nada», denuncian .

Otro de los subsectores afectados es el de los organizadores de eventos. En el restaurante Tres Mares, el antiguo Náutico, la facturación de este año supone un 30% de lo que solían hacer. «No cerramos porque se han pospuesto muchas bodas y comuniones, y esperamos trabajar en el futuro», dice una empleada, Raquel Campuzano. «Los 14 fijos estamos en erte y muchos no cobramos desde julio -asegura-. Como mínimo, si todo va bien, hasta marzo no abriremos».