EL 10 DE ABRIL DE 1978 se celebró el primer Consejo de Gobierno de la Diputación General de Aragón de la preautonomía, presidida por el recientemente fallecido Juan Antonio Bolea Foradada. Allí y entonces se tomó ya el acuerdo de instituir el 23 de Abril como Día de Aragón. La fecha poseía evidentes raíces en la historia aragonesa, pero, una vez hecho ese recuerdo, desde el primer momento se quiso asociar la festividad a las reclamaciones de aquel presente y a la defensa de un futuro que se quería mejor para Aragón. Así, el texto del acuerdo afirmaba: «Estableciéndose, por lo que respecta al próximo día 23 de abril del año en curso, la fecha de afirmación de la conciencia autonómica del pueblo aragonés, y haciendo la Diputación General, al mismo tiempo, un llamamiento a todos los aragoneses y a sus partidos políticos, organizaciones sindicales, sociales, culturales, económicas, asociaciones, corporaciones e instituciones para que se sumen a estas celebraciones». Esa inicial institucionalización del Día de Aragón fue también, por tanto, la convocatoria de la que trece días después sería la multitudinaria manifestación por la autonomía que recorrió las calles de Zaragoza. Como multitudinarias también habían sido la de Huesca el 21 y la de Teruel el 22 de ese mes de abril.

EL DÍA DE ARAGÓN COMO SÍMBOLO

CONSTITUIDA YA la comunidad autónoma, fue la Ley aragonesa 1/1984 la que declaró el 23 de Abril como Día de Aragón. El preámbulo de esa norma es de nuevo expresivo de cómo una fecha con vinculaciones históricas había encontrado sin embargo un nuevo sentido no solo por el marco y los instrumentos jurídico-políticos por medio de los cuales se instituía (en absoluto equiparables a otros de épocas pasadas), sino también por la propia mención que allí se hacía a la manifestación de 1978. De esa manera, recordado el inveterado patronazgo de San Jorge en Aragón, se afirmaba también que «el 23 de abril de 1978 se vio definitivamente ratificado el tradicional sentido popular de la fiesta».

ADEMÁS DE LO RECOGIDO en esta norma, el Estatuto de Autonomía de 2007 incorporó un artículo 3 que establece en su apartado cuarto que el Día de Aragón es el 23 de Abril, presentándolo como uno de los símbolos de la comunidad autónoma.

PESE A SER DEL TODO innecesario, existiendo la ley del año 84 y la propia redacción estatutaria, la nefasta Ley 8/2018, de actualización de los derechos históricos de Aragón vino a reproducir el tenor del artículo 3.4 del Estatuto en su artículo 12.1, uno de los escasos contenidos de la norma que no fue declarado inconstitucional. Debe recordarse que esta ley dotaba de un carácter originario e imprescriptible a esos derechos históricos y, por ello, como señaló en su sentencia el Tribunal Constitucional, estos aparecían como «inmunes a la fuerza de obligar de la Constitución». Lo relativo al Día de Aragón, más allá de no aportar novedad, no presentó no obstante ninguna tacha de inconstitucionalidad, si bien su inclusión en una norma que hablaba de la actualización de unos derechos históricos parecería pretender el reforzamiento de lo tradicional en detrimento de una lectura contemporánea, que es la que de un modo u otro había venido imponiéndose desde el año 1978.

PORQUE LO CIERTO ES QUE, en efecto, los días de Aragón celebrados hasta la fecha no se han presentado teñidos de nostalgias ni oliendo a naftalina. Muy al contrario, se han vivido mayoritariamente como momentos de afirmación de una comunidad, como voluntad de convivencia y también como reclamo de profundización en el autogobierno o protesta contra el trasvase del Ebro. Es decir, han mirado al presente y al futuro. A ello ha contribuido la feliz coincidencia de que el 23 de Abril sea también el Día del Libro, lo que ha dado lugar a que en los pueblos y ciudades de Aragón la fiesta de la comunidad se haya visto mezclada con la literatura en la calle, con gente buscando la firma o el selfi con sus escritores favoritos y con la organización y promoción por parte de las instituciones aragonesas de diversos actos culturales que se mezclaban con los institucionales. Ello ha ayudado a dotar al Día de Aragón de un carácter civil, festivo, culto y reivindicativo. También de todo esto es símbolo el Día de Aragón.