«Hartos». Así se sienten los vecinos de la calle Dato de Zaragoza tras la muerte ayer de un joven de 19 años que había recibido un botellazo en la cabeza en la noche del domingo al lunes, un hecho en el que el Grupo de Homicidios sigue investigando tras una primera detención.

No es la primera vez que un hecho violento se cobra una vida joven. En noviembre del 2018, Sami Hamidi, de 21 años murió muy cerca, en la calle Princesa, tras recibir un machetazo en un muslo que le provocó una inmediata hemorragia. En el suceso, que se inició en locales de la calle Dato, intervinieron al menos cuatro jóvenes, algunos menores de edad.

«Nos concentraremos mañana miércoles en nuestra calle, a las siete de la tarde, para exigir más presencia policial y que se tomen medidas enérgicas y urgentes contra la degradación que sufre esta parte del centro de Zaragoza durante los fines de semana», subrayó Iván, un residente en la calle Dato.

"Sentimos pavor"

«Sentimos pavor por lo que está pasando, por el mal ambiente que hay en la calle de madrugada, y tememos que a nuestros hijos o a nosotros mismos nos pueda ocurrir algo grave», agregó Iván, que denunció que, a menudo, «hay cocainómanos que esnifan unas rayas al amparo de los patios».

En su opinión, la última muerte violenta es «la gota que colma el vaso», según Aurora, de 89 años, que lleva décadas viviendo en Dato y no se acostumbra a la «degeneración» que ha sufrido el ambiente.

«Desde que, hace dos o tres semanas, se levantó el toque de queda, han vuelto los gritos, las peleas y el desbarajuste a cualquier hora de la madrugada e incluso de la mañana», comentó Aurora. «Hace años que esta es una zona conflictiva, pero ahora me resulta más desagradable, ha ido a peor», declaró la vecina, que vio desde su ventana el trágico botellazo que costó la vida a un joven horas después, una vez en la uci».

«Claro que estamos preocupados», manifestó un hostelero de la misma calle. «Aunque nosotros abrimos en horario de día, lo que está ocurriendo aquí estos últimos años está generando una fama negativa que nos perjudica a todos, a los residentes y a los negocios», afirmó.

«Es que te asomas desde tu casa cualquier noche del fin de semana y a todas horas ves jóvenes bebidos y vociferantes que, por nada, se insultan y se lían a golpes», añadió Luis, que también reside en la misma calle.