En el año 2010, el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC) puso en marcha un proyecto de ciencia ciudadana que actualmente coordina una red estable de más de 200 observadores (voluntarios y Agentes de Protección de la Naturaleza del Gobierno de Aragón) en el nordeste de España, una región en la que se encuentran casi una cuarta parte de las plantas de toda Europa. Esta iniciativa, denominada “Adopta una planta” y reforzada entre 2013 y 2018 con un proyecto LIFE+ europeo coordinado desde el Gobierno de Aragón, se basa en la formación de los colaboradores en métodos rigurosamente científicos para monitorizar, año tras año, la abundancia de numerosas plantas de interés. Aunque inicialmente el programa se centró en las poblaciones amenazadas y de interés comunitario, posteriormente se fue ampliando a plantas alpinas, raras, indicadoras de hábitats, singulares, endemismos y, también, comunes acompañantes.

El trabajo continuado durante la pasada década ha permitido trazar la dinámica de unas 250 poblaciones de plantas en Aragón, concluyendo que la mayor parte son muy estables. Además, los resultados indican que la situación de las especies amenazadas y prioritarias (según catálogos regionales, nacionales y la Directiva Hábitats de la UE) no es peor, ni en tendencia ni en fluctuaciones, que en el resto de las plantas acompañantes o no amenazadas.

Este estudio ha sido recientemente publicado en Journal of Applied Ecology, una de las revistas de mayor impacto mundial en estudios ecológicos, donde también se presenta el protocolo del proyecto desde la toma de datos en campo hasta su análisis. En el artículo se muestra, además, la flexibilidad para ajustar los métodos a diversas situaciones y cómo esto permite generar índices estandarizados y comparables de tendencias y fluctuaciones poblacionales entre especies con independencia del método de campo utilizado. Estas tendencias, junto a la estimación de tamaños poblacionales, constituyen “señales de alarma” que pueden ayudar a guiar la priorización de actuaciones de gestión antes de que sea demasiado tarde.

Según María Begoña García, coordinadora de este proyecto, los datos arrojados “no son malas noticias en medio de un desolador escenario de pérdida de biodiversidad. Pero sin duda, uno de los más importantes resultados es la demostración de nuestra capacidad para abordar grandes empresas gracias a la coordinación de fuerzas aportadas por distintos colectivos que a menudo funcionan de forma separada: voluntarios, Agentes de Protección de la Naturaleza y científicos”. Y es que, según asegura García, “Adopta una planta” es un rara avis, pues no existe ningún proyecto de ciencia ciudadana en el mundo centrado en plantas que reúna las mismas características que el del IPE.

Para García, factores como el lento cambio en el uso del suelo por el abandono de las prácticas tradicionales, la drástica destrucción de los hábitats y el cambio climático están detrás de un declive de la biodiversidad sin precedentes a escala geológica. Sin embargo, a menudo las tendencias provienen de seguimientos a largo plazo de pocos grupos de organismos carismáticos como mariposas, aves o mamíferos, dada nuestra limitada capacidad para abordar seguimientos a largo plazo de una mayor gama de organismos. “Afortunadamente, la situación de las plantas en la región de estudio no parece tan dramática como se vislumbra en el mundo animal, aunque sin duda lo deseable sería contar con muchos más lugares de seguimiento y programas similares en otras regiones para poder tener estimaciones a mayor escala geográfica”, concluye García.