Las últimas declaraciones realizas por el ministro de Consumo del Gobierno de España, Alberto Garzón, sobre el consumo de carne provocaban ayer el enfado general en los pasillos del Mercado Central de Zaragoza. Su recomendación a los españoles de que cambien su dieta porque se come «en exceso» y, por tanto, «perjudica a la salud individual y al planeta» no dejan indiferente a nadie, y las reacciones y opiniones no se hicieron esperar por parte de los consumidores y detallistas en los puestos, que se sumaban al rechazo frontal de las instituciones y empresas del sector cárnico y ganadero. En la línea del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y su ya famoso chuletón imbatible, se desmarcaban de forma unánime del ministro en este improvisado debate sobre la alimentación.

Consumidores 8 Una clienta del Mercado Central compraba carne ayer. | EL PERIÓDICO

En los pasillos del Mercado Central de Zaragoza el ambiente estaba caldeado ayer. En uno de los enclaves comerciales más importantes de la capital aragonesa, donde las carnicerías tienen un gran protagonismo, la sugerencia de Garzón de reducir el consumo de carne no ha sentado nada bien. Las opiniones pasaban, como se dice coloquialmente, a cuchillo sus «desacertadas» palabras.

La sensación era generalizada dentro de los puestos de carne del mercado zaragozano: es «una insensatez» por parte del ministro y unas declaraciones hacen mucho daño. A uno de los sectores que aporta miles de millones de euros a la economía española y a la autoestima del contribuyente. Tanto carniceros como consumidores calificaban sus impresiones de «desafortunadas» y «dañinas» para muchas familias que viven de la carne.

"No se puede jugar con el pan"

«En España se come la carne que se tiene que comer. Todo en su justa medida es bueno. Trabajamos con productos de cercanía. Con lo que no se puede jugar es con el puesto de trabajo y el pan de mucha gente. Hay que ser un poco más prudente cuando se habla», opinaba Ester, carnicera en uno de los puestos. Mari Luz, consumidora habitual del Mercado Central, señalaba, mientras compraba en su puesto de confianza, que «el ministro no sabe lo que dice». «La carne es necesaria, de lo que no se puede abusar es de absolutamente de nada». Un malestar que parece haberse extendido entre gran parte de la población.

Asimismo, varias personas abogaban por la libertad de cada uno a la hora de decidir qué come y qué deja de comer. Julio, habitual del mercado de abastos pero sin mucho afán por la carne, es partidario de «respetar la opinión de cada uno». «Cada uno es libre de elegir lo que come», concluye.

José, comprador en el mercado, y Antonio, carnicero, resumen las opiniones generadas a raíz de las polémicas recomendaciones de Alberto Garzón. «Creo que no ha tenido en cuenta todo el daño que podía causar», opinaba el primero. «Son unas declaraciones inaceptables», concluía aparentemente molesto el segundo. Sin duda, las palabras del ministro de Consumo han provocado un maremoto en la opinión pública española. Sus palabras encienden los fogones de la crítica.