La lucha contra la despoblación tiene tantas recetas como padres y ninguna con garantía de éxito. Cada territorio, con sus claves y peculiaridades, hace frente a su particular guerra contra el tiempo con las armas que tiene a su alcance. Pero, ¿qué ocurriría si el conocimiento generado por unos pudiera estar al alcance del resto?

Un arquitecto natural de Boltaña ha dado con la tecla para equilibrar la contienda. Su nombre es Jorge López Conde y se define como «nieto de la despoblación». Este oscense es el director de un informe titulado Observatorio de la Despoblación y visión a largo plazo de los unicornios rurales en España que ha rescatado las 200 soluciones más innovadoras del mundo rural para evitar su desaparición de entre millones de referencias a la deriva en la web.

La técnica no es sencilla. De hecho, no cuesta trabajo imaginársela a un hacker con sede en Silicon Valley. Todo pasa por un algoritmo capaz de rastrear, extraer y seleccionar apenas un puñado de trabajos de entre una búsqueda infinita del Centro de Estudios sobre la Despoblación y Desarrollo de Áreas Rurales (Ceddar), tesis doctorales y papers científicos. Todo hasta dar con los «unicornios rurales», aquellos que han logrado un éxito, por modesto que parezca.

El gran valor de este trabajo es que es el punto de partida, como base teórica, para que administraciones a todos los niveles trabajen de la mano con iniciativas privadas para revitalizar el territorio.

«La despoblación ahora es un tema que está de moda, pero que está detrás de los movimientos nacionalistas y populistas que estamos viendo ahora. Europa se ha dado cuenta de que es un problema estructural y ahora quiere combatirlo», reconoce López Conde, que ve en los fondos europeos para afrontar el reto demográfico una oportunidad única.

La solución a la despoblación no es única ni inmediata. De hecho, exige «pensar a largo plazo» y un aprendizaje continuo a partir de pruebas piloto que ya han funcionado. El arquitecto oscense pone un ejemplo cercano. «Ascaso tiene el festival de cine más pequeño del mundo y es todo un éxito. Los directores que acuden están encantados. También tenemos el caso de la red de ecoaldeas que platean además avances hacia una economía sostenible. La clave está en esa especialización, en crear modelos alternativos que puede ser extrapolable a otros territorios y que cada uno vea si se pueden aplicar».

Uno de los obstáculos está en cómo calibramos el éxito de una iniciativa. López Conde asume lo complejo de esta tarea, pero da algunas pinceladas. La primera: «Cada sociedad debe decidir qué quiere y a veces hay mucha resistencia al cambio»; la segunda: «El laboratorio debe ser el territorio, y viceversa». Y una posdata, enseñanza de su trabajo. El conocimiento debe ser compartido.

Retos para los que llama a ponerse a trabajar desde la iniciativa la política y, sobre todo, utilizar la tecnología disponible. «Es la base para entender de manera precisa y comenzar a resolver el problema».