La batalla que se libra en Ucrania enfrenta al autoritarismo contra la democracia. La reflexión es de este jueves, de Javier Lambán, que ha aprovechado la jornada de la Memoria para enlazar conflictos pasados y presentes, concretamente el que sucedió en España entre 1936 y 1939 y el que estalló la pasada semana en el Este de Europa. «Lo que ocurrió en la guerra civil nos orienta para lo que está ocurriendo en Ucrania». Se hizo mal al transigir con Hitler o Mussolini, una equivocación que recientemente «se ha repetido» con Putin», ha dicho el presidente emplazando a «tener presentes» las lecciones que deja la Historia.

«Gran Bretaña pero sobre todo Francia dejaron entonces (en la guerra civil) abandonada a la República, desasistida porque entendieron que a Hitler y a Mussolini había que aplacarlos». Nada más lejos de la realidad. Poco después comenzaría la II Guerra Mundial, que concluiría con millones de muertos. «No cabe transigir, a Putin hay que obligarle a replegarse a sus fronteras», ha asegurado este jueves el jefe del Ejecutivo, que pide detener «con entusiasmo» a la dictadura porque «si transigimos con el dictador de Putin, no le estamos aplacando sino dando alas»

Lambán ha puesto de relieve el papel que jugaron las Brigadas Internacionales en la zona de Caspe durante el conflicto nacional. Los brigadistas fueron «un ejemplo de ética, dignidad y democracia», ha señalado, insistiendo en que en España ha comenzado «de alguna manera» la II Guerra Mundial y que lo que ocurrió «nos orienta hacia cómo nos tenemos que plantear las cosas» respecto a Ucrania, donde «no debemos tener ninguna duda en cuanto al bando con el que nos tenemos que alinear», emplazando a luchar contra «la dictadura y la ilegalidad internacional» y a tener claro que «transigir con Putin» no servirá para aplacarlo, sino para «darle alas para que siga perpetrando injusticias».

Un momento de la visita institucional, en las puertas del Castillo de Caspe. ANDREEA VORNICU

La Ley de Memoria debe servir para convertir en referencia aquellos hechos pasados que sirvan en presente, sobre todo para no volver a repetirlos. «No hay mal que por bien no venga», afirmó ayer Lambán al recordar lo sucedido en Crimea en 2014, cuando los países democráticos hicieron la vista gorda pensando que el dirigente ruso se daría por satisfecho.

Esta península se convirtió en el foco de una de las peores crisis entre Rusia y Occidente desde la Guerra Fría, después de que el hasta entonces presidente de Ucrania, el prorruso Viktor Yanukóvich, fuera derrocado tras una serie de protestas de índole europeísta. El pueblo se dividió entre aquellos que querían una mayor integración con Rusia y los que apoyaban una mayor alianza con la Unión Europea, pero Moscú decidió intervenir. Putin había tomado la decisión de enviar silenciosamente a miles de soldados adicionales a las bases que su país tenía en Crimea.

El plan se llevó a cabo en secreto y se completó con éxito en solo un mes. Un referéndum que Ucrania y Occidente juzgaron ilegal acabó con Putin oficializando la invasión e incorporándola a su país después de asegurar que Crimea es «tierra santa rusa». Esa invasión conocida como «suave» no se repetirá esta vez porque las democracias europeas, esta vez sí, están reaccionado «de manera acertada».