Había ganas de piscina, de tomar un poco el sol y también de darse el primer chapuzón. Eso está claro. Y si no que se lo digan al medio centenar de personas que a las 10.15 horas esperaban a que abrieran la taquilla de la piscina de La Granja de Zaragoza para comprar la entrada o pasar el bono por el torno. Nieves llevaba ya desde las 9.30 porque “me había equivocado de hora”, así que no le había quedado otro remedio que esperar en la fila, eso sí, a la sombra. “Había muchas ganas”, decía. Su idea era “refrescarme un poco” y luego ya a la tumbona a la sombra. Y es que el calor, pese a la hora, ya empezaba a apretar.

El ambiente era más animado que el año pasado, ya que las restricciones por el coronavirus marcaban un poco la pauta. Esta temporada ya no hay restricciones de aforo, se pueden utilizar las duchas y los vestuarios y ya no se ven mascarillas, aunque algunos la llevaban “por si acaso”. Nieves, el año pasado, no acudió habitualmente porque era “incómodo” y este, el primer día no ha querido faltar. Y a primera hora, “para que no haya mucha gente”.

Todos los madrugadores repetían como un mantra que había “ganas” de piscina, sobre todo con el calor que está haciendo en los últimos días y que este fin de semana a va apretar con fuerza. Pero eso solo es un aliciente más. “Me gusta el sol”, reconocía María Pilar, que no descartaba darse un baño, aunque el agua todavía está fresquita.

Aspecto de la entrada a la piscina municipal de La Granja, antes de que abriera sus puertas a las 10.30 horas.

Había muchos adultos en la fila pero también mamás y papás con pequeños. Miguel, de cuatro años, fue el primer niño en entrar a la piscina y directamente al agua, porque “me quiero bañar”. Su madre, Victoria, reconocía que era la única manera que hay de soportar este calor. “Decían que hoy iba a haber 35 grados” y aquí estamos, decía con humor. Lo mismo que Eva, que acudía con sus dos niños, Pablo e Inés, y “muchas ganas de disfrutar”, y con chaleco para la pequeña porque Pablo ya sabe nadar.

Baño y sol, sol y baño. Todos querían ser los primeros en tumbarse a la bartola y en darse el primer baño. Coger un poco de color, sí, pero con cuidado. Como María Laborda, una habitual de la piscina, también con restricciones. “La verdad es que estaba muy bien organizado” pero este año ya mucho mejor.

Larisa acaba de acabar los exámenes de la universidad y tiene ganas de relajarse un poco y también de refrescarse. Como Pilar y el resto de los asistentes.

En la puerta, uno de los responsables de la piscina, a quien no sorprendía la afluencia. “Es la que más usos tiene de la red municipal”, aseguraba, antes de decir que en los últimos días muchos usuarios ya se habían acercado para preguntar si ya estaban abiertas porque había “confusión” por el adelanto de las piscinas privadas. La principal novedad de este año es, decía, “la normalidad” y “las sonrisas” con la que la gente entra al recinto y por las que “tanto tiempo llevamos trabajando”.

Había tanta gente en la puerta esperando que algún paseante preguntaba si al ser el primer día era gratis, pero no. Eso sí, los precios se han mantenido del año anterior, las entradas de día, los bonos de diez y los abonos de temporada.

Apertura tardía

La única reclamación de todos los usuarios  era que “deberían haber abierto antes porque llevamos mucho tiempo con mucho calor” y llega un momento en el que “no puedes estar en ningún sitio, más que en la piscina o en casa, y ya hemos estado mucho tiempo encerrados”.

Ahora ya, dado el primer baño, queda toda la temporada por delante, hasta el 4 de septiembre, para estar a remojo.