Hace dos años, un gambiano vecino de Zaragoza iba tranquilamente andado sobre las 00.30 horas por la calle Delicias cuando notó dos golpes en el costado. Eran dos puñaladas que a punto estuvieron de atravesarle un riñón y el pulmón. Meses después pudo identificar al autor en una rueda de reconocimiento y ayer durante el juicio, celebrado en la Audiencia Provincial, afirmó que el autor de los hechos era el que estaba sentado en el banquillo «con el 100% de seguridad». Se trata de José Rafael P. A.

Su palabra contra la del acusado. Este afirmó ante las magistradas del tribunal que no era verdad. «Es falso que fuera yo el que apuñaló a ese hombre en la calle Delicias», insistió en repetidas ocasiones a preguntas de la fiscala que solicita para él una condena de 11 años de prisión por un delito de tentativa de homicidio. Su abogado defensor, Alejandro Sarasa, insistió en la libertad del procesado puesto que «no hay pruebas que le incriminen». De hecho, destacó que José Rafael P. A. ya fue absuelto de otra agresión que sufrió la víctima, esta vez con una botella rota, y que trató de responsabilizarle. El procesado no pudo precisar qué le llevaría a la víctima a denunciarle de forma gratuita, ni tampoco qué relación les une para una agresión de estas características. Sobrevoló durante la vista oral, a través de un testigo, que detrás de todo pudiera haber un ajuste de cuentas por un tema de drogas, pero nadie pudo confirmarlo, ni la Policía que investigó el asunto y detuvo al encausado nada más regresar de un viaje de novios en su República Dominicana natal.

José Rafael P. A. explicó que ambos coincidieron en 2017, es decir, dos años antes de la tentativa de homicidio, en la puerta de una tienda de compraventa de objetos situada en la avenida Valencia, en el zaragozano barrio Delicias. «Fui con mi actual esposa allí para comprar un anillo de oro de segunda mano y coincidí con este hombre que me dijo que vendía cosas, que le acompañara a su casa por si algo me interesaba», explicó. Acabó yendo a su domicilio, donde la víctima, según el acusado, le sacó una caja con «muchas joyas de oro». No se fió y esa fue toda relación con la víctima, al parecer. Posteriormente coincidieron en algún que otro bar de la zona, pero «hola y adiós».

Preguntado por cómo es que dieron con él, este joven afirmó que un amigo le vio en Facebook, «cogió la foto y se la entregó a la Policía para incriminarme». No pudo dar otra explicación.

La víctima, por su parte, afirmó que «no son ni amigos ni enemigos». «Yo iba caminando por la calle, vi pasar un coche rápidamente y sentí dos golpes, cuando me giré le vi a él (momento en el que se giró hacia el procesado y le señaló con el dedo)», aseveró mientras recalcó que en un primer momento no pensó que había sido acuchillado hasta que vio la sangre. Paró un taxi que le llevó al hospital Clínico, donde le salvaron la vida.

Los policías que fueron a tomarle declaración al centro sanitario recordaron que este hombre les dijo que «no pudo ver la cara, pero que era blanco (el autor es mestizo)». Todo cambió cuando meses después señalaron al sospechoso al verlo en las redes sociales. El caso quedó ayer visto para sentencia.