"Soy chileno y ese es un dato complicado para cualquiera". Antonio Skármeta, escritor desde los 8 años, autor, entre otras novelas de El cartero de Neruda o La chica del trombón y embajador durante tres años (2000-2003) de su país en Alemania, declaró ayer que sus personajes "tienen una marginalidad culta, digna". Skármeta presentó en el Ambito Cultural de El Corte Inglés su última obra, El baile de la victoria , con la que ha ganado el Premio Planeta 2003

En esta novela, tanto los dos hombres, el joven y el viejo, recién salidos de la cárcel y la bailarina en ciernes con la que forman una comunidad inseparable "han sido bastante apaleados por la vida. Pero con lo que queda de ellos son capaces de levantar la cabeza y dignificar el mundo".

También Susana Fortes (Pontevedra, 1959), licenciada en Historia y profesora, plantea un triángulo en El amante albanés , la finalista del Planeta. Dos hombres (hermanos huérfanos inseparables) y una mujer (la esposa del mayor de ellos) entran en una situación dramática al estallar un amor prohibido entre el más pequeño, Ismail, y su cuñada. Todo ocurre en la casa donde flota la tragedia de la madre muerta de un tiro cuando ambos eran pequeños, por otra pasión nunca revelada.

"Tengo un amigo que dice que quien no se ha enamorado de la persona que menos le conviene, es que no se ha enamorado", declaraba ayer Susana Fortes en referencia a esa novela suya de amor e intriga.

UNA NOVELA NEGRA

Antonio Skármeta reconocía que en El baile de la victoria había construido, sin proponérselo "una parábola del Chile contemporáneo", pese a que el autor aseguraba que al escribir no tenga "ningún propósito que vaya más allá de los personajes".

En realidad su historia, alejada por completo del realismo mágico, y de la retórica política, es una novela negra con tintes de tragedia clásica, que mantiene siempre implícita la crítica social y de la dictadura y puede darse en cualquier lugar y tiempo. Ambientada en el Santiago moderno El baile de la victoria "entra en la profundidad de los sentimientos" y revela "el alto coste que tiene el cumplimiento de cualquier sueño".

El joven Angel Santiago es, según el autor "un personaje ingenuo y fresco; ha sido golpeado, pero no se da por vencido, ni ha perdido el ánimo". Skármeta trata amablemente al viejo Vergara Grey, "un maestro del delito" pero cargado de ironía y de melancolía y a la muchacha, Victoria, "etérea, dolorida y algo ambigua" que logra su sueño de ser bailarina como quien cumple un destino trágico. La novela indaga en la eficacia de la amistad y el amor que emplean "seres perdidos sin nada que perder" para redimirse.

Antonio Skármeta señaló que durante su etapa de embajador chileno en Alemania era consciente de representar allí "a todo Chile: también a los militares y a los curas". Pero agregó que al regresar de su misión diplomática recuperó "la libertad de mis emociones", Tras confesar: "Amo a la gente pobre de mi país", Skármeta indicó: "Chile es muy rápido para avanzar, pero muy lento para ser una sociedad comprensiva. Tras la dictadura, las emociones están aletargadas. Se perdió la espontaneidad".

EXPLICAR HISTORIAS

Por su parte, Susana Fortes, declaró que como estudiante de Historia en Santiago de Compostela en una época de tendencias economicistas no fue capaz de coger el pulso a la Revolución Francesa "a través de curvas sobre los precios del trigo", sino con la lectura de El siglo de las luces de Alejo Carpentier.

"La única manera de contar bien una verdad es hacer ficción" manifestó Susana Fortes. "El momento puramente creativo es el comienzo de una historia. Los primeros 20 folios. Después, los personajes y las leyes narrativas los van llevando", agregó la autora finalista del último Planeta .