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ENTREVISTA

Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea: "Creo que se está utilizando la Historia como arma arrojadiza"

Julián Casanova es el autor del volumen 8 de la Historia de España República y guerra civil que edita Crítica con los mejores especialistas en cada tema. Casanova reparte su docencia entre Zaragoza y Nueva York

--Explica usted en el libro que la II República española no fue la conquista de un movimiento republicano con razones sociales, como los había en Europa, sino el resultado de una movilización popular contra la Monarquía.

--Aquí lo que hay es una dictadura de Primo de Rivera que llega en un momento de crisis de los partidos liberales. Cuando el Rey y los militares le retiran su confianza, en 1930, aparece no una crisis política sino una crisis de dominación. Una buena parte de los viejos monárquicos se hacen republicanos conservadores (Alcalá Zamora, Maura...). Confluye un movimiento republicano moderado que protagonizan Azaña y Lerroux y se juntan con el partido socialista. Y la CNT está fuera, pero a la espera de que la República le abra el camino para movilizar.

--¿Y las clases dominantes?

--Esa confluencia se da en un momento en que las clases dominantes están absolutamente desorientadas. Así se entiende por qué la Constitución fue aprobada. Porque realmente no estaban representadas las fuerzas conservadoras en el Parlamento republicano. Hay una dejación absoluta.

--¿Qué diferencia había con el panorama europeo?

--En Europa, el sindicalismo católico había creado sus partidos, sobre todo en Italia y en Alemania, con el partido de centro. Hitler no puede con él; lo tiene que reprimir porque se mantiene fiel a la causa católica, no lo absorbe el nazismo. Aquí, sin embargo, los católicos no habían creado un partido.

--Otro detalle interesante de su libro se refiere al hecho de la subordinación y entrega del orden público al poder militar, lo que acarreó importantes problemas para la República

--La República hereda los mecanismos de coerción y de represión de la Monarquía y eso determina dos cosas: Por un lado la militarización no constituye una policía civil que pueda estar al servicio del poder legítimamente constituido; y por otra, que todos los que mandan unidades de intervención, de represión, son militares africanistas que serán luego los golpistas del 36. Arrastran una tradición, desde Pavía, de suplir a la policía.

--De ahí tantos manifestantes muertos

--Claro, es que tú te sitúas ante un boby inglés, que no lleva ni pistola; y luego ante un guardia civil que lleva un máuser y se carga a cinco a la vez. No tienen armas ligeras y cualquier conflicto acababa en una escabechina, que generaba nuevos conflictos. Así actuaba un sector de la CNT. Y los latifundistas que querían a una Guardia Civil que no podía llegar a todos los sitios, la pagaban ellos. La democratización política iba por un lado (el Parlamento consigue muchísimas cosas) pero la sociedad civil no es democrática y tiene unas grietas profundísimas.

--Su libro recuerda que las mayores extensiones de tierra no estaban en manos de la Iglesia, ni de propietarios extranjeros, o de la Nobleza, lo cual habría facilitado las cosas, como había ocurrido en otros países.

--Argelia hace una revolución agraria impresionante, porque el capital francés es el que tiene la mayor parte de las tierras; en México, la revolución expropiadora se hizo contra la Iglesia. Aquí, la desamortización de Mendizábal había dejado sin tierras a la Iglesia. Y salvo en provincias como Zaragoza y Cáceres, donde los grandes propietarios eran grandes de España, la Nobleza no era la gran propietaria: Eran los Lario, los Osborne, los burgueses que han comprado tierras tras la desamortización de los comunales y con los capitales repatriados desde Cuba.

--Y no podía tomarse la tierra de unos propietarios burgueses plenamente integrados en las estructuras de la nación sin atacar puntos básicos del sistema.

Por una parte está la tensión de que una reforma agraria es absolutamente necesaria tanto desde lo económico para modernizar el país, como desde lo social. Porque el ideal era un equilibrio de sociedades pequeñas que es lo que no había en España: Aquí había grandes latifundios y muchos minifundios, que no daban ni para vivir. Pero la necesidad de la reforma agraria topa con que, o se hace de forma radical y ahogada en sangre, o se plantea una reforma moderada que no afecta a lo sustancial.

--Pero no era una reforma radical

--El gran tema de todas las reformas de la República es que eran en la práctica absolutamente moderadas, pero en el espíritu eran radicales. Y la gente, aunque no ocurra, lo percibe. Hay una gran movilización del pequeño propietario, que es la base social del ejército de Franco.

--¿Por qué Azaña menospreció al catolicismo como movimiento político?

--Lo consideró como un fenómeno rancio. Él veía que todos los inte-

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