Annette Bening asegura que se siente personal y profesionalmente "bien", satisfecha de seguir haciendo un trabajo que le gusta, "de seguir creciendo y aprendiendo cosas" y, aunque no sabe si su argumentación tiene sentido, añade sincera que cree que "la madurez le ha hecho libre".

"Me gusta arriesgarme. Es curioso, he tenido mucha vida, cuatro hijos, dos en la universidad, he trabajado mucho en la vida y aún tengo ganas de nuevos proyectos. La responsabilidad no me ha quitado nada; al revés, madurar me ha hecho libre", reconoce.

La actriz comenzó a repartir sonrisas el jueves nada más llegar a San Sebastián. "Me siento muy bien" por poder seguir en la cartelera. Para trabajar en el cine, asegura: "Hay que amar la cámara y respetarla, porque a veces te quedas como desnuda, vulnerable, y eso, que es parte de tu trabajo, es tu tarea en la película: te tienes que aceptar".

La mirada del amor, que compite en la Sección Perlas del Festival de San Sebastián, un reducto dedicado a las mejores películas que han pasado por otros festivales de cine, le parece "una curiosa mezcla de duelo y pasión".

"Es algo que ella no controla y que lo entiende como algo que le está sucediendo, pero no se hace cargo, como si fuera ajeno a ella, que sólo piensa, 'dios mío, me he enamorado'. Es algo inusual que le pasa a una persona corriente", intenta explicar.

Dirigida por el canadiense Arie Posin, la película cuenta el extraño desorden mental que sufre una viuda al conocer a un hombre increíblemente parecido a su difunto marido, con el que inicia una relación, algo que, por pasmoso que parezca, le pasó a la madre del director. En la cinta, la actriz comparte protagonismo con Ed Harris.