El 3 de julio del 2007, tras los primeros pases de Transformers, el público hablaba menos sobre los robots multiformes que sobre cierto tráiler proyectado antes. Imágenes de caos, fuego y destrozos grabadas cámara en mano. La cabeza de la Estatua de la Libertad despedida cual arma arrojadiza sobre una calle de Nueva York. ¿Qué diablos era eso? ¿Por qué no ponía el título? ¿O 18 de enero del 2008 no era solo la fecha de estreno y también se llamaba así?

Pronto se formó una comunidad on line decidida a reunir pistas y solucionar el misterio. Había quien pensaba que iría sobre un ataque terrorista, aunque el 11-S parecía demasiado cerca para hacer espectáculo con ello. Otros elucubraban sobre una versión hiperrealista de Godzilla. Para unos pocos, la presencia de J. J. Abrams como productor indicaba que era una película de Perdidos y la Fundación Hanso andaba detrás del gran ataque.

La campaña de márketing de Monstruoso, que incluyó desde falsas páginas de marcas hasta perfiles de MySpace para sus personajes, fue astuta, pero no menos que el producto vendido: una sofisticada reinvención del cine kaiju (el género japonés de monstruos cargándose ciudades del que fue pionero Godzilla) a través de la estética del metraje encontrado, con una dirección más basada en la sugerencia que en la exhibición y un guion con inspiradas notas de humor y emotividad. Ya fuera por el márketing o por sus valores cinematográficos, el caso es que Monstruoso hizo bastante dinero en la taquilla: según Box Office Mojo, costó 22,5 millones de euros y recaudó en todo el mundo casi 154. Pero la segunda parte no se puso en marcha de inmediato, aunque había interés en hacerla.

Los años pasaban y los padres de la criatura no encontraban el momento. Es lo que tiene adueñarse de Hollywood. Abrams ha revitalizado sagas icónicas como Star Trek y La guerra de las galaxias; el director Matt Reeves ha tomado las riendas de la franquicia de El planeta de los simios, y el guionista Drew Goddard ha escrito desde terrores posmodernos de culto como La cabaña en el bosque hasta el guion adaptado de Marte (nominado en los pasados Oscar).

Y en estas que este año, en enero, aparece por sorpresa en los cines el tráiler de Calle Cloverfield 10. De nuevo, antes de una película de Michael Bay, en este caso 13 horas. Los soldados secretos de Bengasi. ¿Qué diablos era eso? ¿Por qué incluía la palabra Cloverfield en el título? Si tienen algún interés en ver esta gran película, recomiendo no leer nada sobre ella. Nada. De hecho, recomiendo que dejen de leer aquí. Evitaré spoilers claros, pero es mejor llegar a la sala ignorante al cien por cien. Pasen también del tráiler.

NUEVAS FORMAS

Con Calle Cloverfield 10, Abrams ha vuelto a sorprender. No solo por sacudir al público con el tráiler de un filme del que nadie sabía nada. La película representa un nuevo modo de acercarse a las franquicias: la idea es ofrecer películas ligadas de algún modo a Monstruoso, pero que se sostengan por sí solas y tengan su identidad. Esta nueva cinta es más thriller que ciencia ficción y no se basa en la idea del falso metraje hallado; cambia el estilo de guerrilla por las referencias a Hitchcock.

Bad Robot, productora de J. J. Abrams, compró un "guion especulativo" llamado The cellar y fichó a Damien Chazelle para llevarlo al mundo de Monstruoso y dirigirlo. Cuando Chazelle tuvo la oportunidad de rodar su proyecto soñado, Whiplash, recogió el testigo Dan Trachtenberg, un debutante que no lo parece: aunque solo ha dirigido algunos cortos y publicidad, filma de la forma más sintética e inteligente esta historia de secuestro en la que no se sabe a ciencia cierta si la amenaza está solo dentro o también fuera.