Antonio Machado se hace camino al andar
EL CÓDIGO MACHADO
Lorenzo Mediano
Onagro
Quizá lo primero que habría que destacar de este libro publicado por Onagro Ediciones es la osadía de un autor y un editor que no han dudado en titularlo El código Machado, que evoca a Dan Brown y sobre todo a su legión de clones que han pergeñado cientos de novelas de sociedades secretas y complicadas conspiraciones subterráneas. Sin embargo, en este caso Lorenzo Mediano deja enseguida claro cuál es el tono que adopta, que va mucho más hacia la parodia y la irreverencia que a las sesudas elucubraciones de ocultismo, religión y claves ocultas.
Así, la novela comienza siendo una nada disimulada crítica a los libros de autoayuda y pseudofilosofía --sobre todo oriental-, a través de las andanzas de un heterogéneo maestro y su atribulado discípulo que apoyados en fragmentos de la poesía de Antonio Machado van en busca de la iluminación que dé algo de sentido a la misma existencia. Los diálogos entre uno y otro y los peculiares métodos del maestro van construyendo el libro, que pone al lector en guardia sobre la vacuidad de los falsos misticismos a base de situaciones estrambóticas y chocantes.
El riesgo está en que el propio libro puede caer en el mismo saco y perecer víctima de la trascendencia que critica. Sin embargo, el autor es consciente de ello y lo dota de un entramado paradójico -y muy metaliterario, por cierto- que absuelve a la novela de las faltas contra las que amonesta. De hecho, Lorenzo Mediano enmaraña los hilos que él mismo había ido tejiendo, y arroja al lector a un abismo del que finalmente habrá de salir por sus propios medios, o incluso elegir si realmente quiere hacerlo.
No es casual que los conocidos versos machadianos «Caminante, no hay camino, se hace camino al andar» se conviertan en la puerta a través de la cual transitar por este libro. Encontrar la meta de ese camino ya serán otros proverbios y cantares.
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