Mujeres coronadas con diferentes motivos protagonizan la nueva exposición de la sala Juana Francés que podrá verse hasta el próximo 29 de octubre. La artista zaragozana Conchita de la Cueva muestra en esta ocasión una serie realizada durante el confinamiento para la que utilizó materiales reciclados que tenía en su estudio. Ahora esos cuadros, pintados sobre tejidos de tapicería y pañuelos tensados en bastidores, se muestran en la sala de la Casa de la mujer de Zaragoza.

Sobre este material reciclado, De la Cueva (Zaragoza, 1960) representa coronas posadas sobre cabezas femeninas, mujeres con rostro que miran fijamente al espectador mientras sostienen como pueden una carga añadida. La corona es precisamente el hilo conductor de todas las piezas, aunque adquiere esta vez un significado diferente. Consideradas a lo largo de la historia como símbolo de poder, nobleza o santidad, no lucen en esta ocasión como una distinción o laurel sino como una metáfora de la vida.

De esta forma, las coronas de esta exposición están hechas de materiales poco convencionales y sobre la cabeza de las mujeres aparecen nidos de cuervos, libros, peces, corazones atravesados por espadas o incluso calaveras. Elementos utilizados por la artista para hablar de la pesada carga emocional provocada por los pesares de la vida. «La corona es una metáfora de las preocupaciones que a todos se nos vienen encima, ya sean hombres o mujeres», señala. Pero la artista ha elegido en esta ocasión colocar esta carga sobre cabezas femeninas, aunque, según precisa, no ha sido de forma intencionada. «Quizá es porque yo soy mujer y me resulta más fácil representar a mujeres en mi obra sobre la condición humana», afirma De la Cueva.

Pero además de hablar de la carga vital, la artista reflexiona también en esta obra sobre la maldición de ser artista. «Uno es artista porque le toca, por casualidad, y tiene esa ansiedad de crear», dice De la Cueva, quien para explicar su idea recurre a la Parábola de los talentos. «En función del talento que se te ha dado tienes que responder y eso genera cierta ansiedad por crear», resalta la autora, quien desde hace casi veinte años, combina su trabajo creativo con el docente en su propio estudio.