De la soledad a la luz es la trayectoria que Ángel Portolés Navarro propone en el título de este poemario publicado por Olifante en su colección Papeles de Trasmoz. Y este itinerario es exactamente el que se describe, con unas estaciones bien definidas: las que marca el covid-19, enfermedad que contrae la madre del autor y que hace aflorar a través de sus versos impresiones y reflexiones. Despojados de retórica, y por eso mismo llenos de fuerza, los poemas se muestran al lector con una nitidez donde el sentimiento de cada momento puede palparse.

La incertidumbre, el temor y la inquietud son las sensaciones que abren el libro, enfrentado el autor a la desconocida amenaza de un virus al que nombra como «golpe mortal a la costumbre», pero frente al cual no tardará en darse cuenta de que no están solos. La lucha cotidiana en la habitación de un hospital, con sus noches largas en las que parece que no hay nadie, quedan reflejadas también en unos poemas que se convierten en un diario doliente de la enfermedad.

Pero aunque los poemas de Ángel Portolés surgen de la experiencia más íntima y personal no se resignan a quedarse ahí, y la sacudida emocional que supone la amenaza de la enfermedad desconocida provoca también que aparezcan en ellos la meditación sobre el ser humano como colectivo, herido en su orgullo insensato «que con una brizna de hielo (de bruces) / caemos al suelo».

Ese doloroso tránsito, sin embargo, tiene aquí un final esperanzador, un regreso a la luz --título de la última parte del poemario-- en donde la tristeza de lo anterior no puede ahogar ese paisaje en donde «la noche se aleja, /la luz empuja, / la vida avanza». Como en tantas ocasiones, en este caso el viaje ha valido tanto la pena como el destino final, y si en la meta era la luz lo que estaba esperando, por el camino los versos han ido ya dejando sus propios destellos luminosos.