Que las paredes pudieran hablar es una posibilidad tan apetitosa que tiene hasta su propio chascarrillo en el acervo popular, una cuestión que Luke Winslow-King explora en su nuevo disco, If These Walls Could Talk, que saldrá en primavera. Y, más que hablar, para el músico estadounidense los muros trascienden al material con el que están hechos y en su seno guardan “la vibración y la experiencia de la gente”.

“La idea del disco es que la pared es más que ladrillos, madera o acero, el material del que está hecha”, destaca Winslow-King (Cadillac, Michigan, 1983) en una entrevista para Efe con motivo de su gira por España en formato dúo con el guitarrista Roberto Luti, que este viernes los lleva al escenario de la sala Rock and Blues de Zaragoza.

Para el músico, uno de los referentes contemporáneos en ese macrogénero que responde al nombre de americana, “no hay objetos inanimados”, al contrario, estos “absorben la pasión y los sentimientos”, también los recuerdos. Esta suerte de bello animismo es el pretexto de su nuevo trabajo, el séptimo de su carrera, sobre el que dice que está “en el medio” de sus influencias, entre el jazz y el blues que absorbió en Nueva Orleans y el rock de su natal Michigan. Así lo muestra su carrera, con trabajos como el sureño The Coming Tide (2013) o el más reciente hasta la fecha, Blue Mesa (2018), en el que explora sonidos más potentes.

“Aquí tenemos más influencias del soul de Michigan y creo que a la gente le va a gustar”, afirma Winslow-King sobre este trabajo. Un LP que también aglutina nuevas influencias derivadas del proceso de grabación en Memphis “con extraordinarios músicos”, quienes dejaron su impronta en el resultado final. De momento, el sencillo Lissa’s Song es el adelanto que ha elegido de su nuevo álbum, una canción con la que el cantante y Luti rinden homenaje a Lissa Driscoll, una dama del blues fallecida en 2017 que resultó una “gran influencia” para el músico y con la que hacen “una celebración de su vida y su espíritu”. “Roberto (Luti) y yo nos conocimos de hecho en su cocina (de Driscoll), hace 20 años, así que ha sido una persona muy importante para nuestra música y nos ha ayudado a desarrollar nuestro estilo”, recuerda con cariño.

Aunque ha sido en Memphis donde ha grabado este If These Walls could Talk, fue en Calatayud donde lo desarrolló. Allí pasó el confinamiento y, ahora, no tiene planes de moverse. Acostumbrado a viajar toda su vida, de Michigan a Nueva Orleans, también en el Bronx, en Nueva York, ahora ha decidido quedarse en este rincón zaragozano, en el que reside “cerca de la naturaleza” y ya “con un bebé precioso”. Ahí se ha sentido “muy bien recibido” por los vecinos y, por supuesto, ya conoce las bondades de la zona, como el vino de garnacha, las cerezas y el ternasco.

Precisamente, su fecha más cercana es la de la capital aragonesa, un concierto en formato reducido, él con la guitarra acústica y su voz y Luti con la eléctrica, que ofrece una “experiencia potente” y que, de momento, ha encontrado una respuesta “increíble” del público. Una audiencia que, para Winslow-King, respeta la música, después de haber estado apartada de los directos en los últimos tiempos a causa del virus. “La gente tiene un respeto profundo por la música, por eso estamos agradecidos de poder volver”, recalca sobre este regreso al escenario.

A las tablas subirá con Luti, al que considera su “maestro” y con el que ya comparte 12 años de recorrido. “Es una anomalía, tiene un toque que no puedes describir, cómo toca, cómo hace el vibrato, cómo interpreta cada nota…”, destaca sobre su compañero, alguien, además, “muy generoso con su don”. Con él mostrará su calidad musical, un talento que le ha llevado a ser considerado uno de los nombres fuertes en el género americana, algo que le hace sentir “honrado” aunque, matiza, no se siente “’casado’” con ningún estilo, sino que se siente “libre” para crear su música “sin etiquetas”.

“No me siento un artista americana, me siento un músico folk, disfruto de todos tipos de música, de México, de Canadá, de Trinidad, de Cuba, de Marruecos… No me gusta trazar líneas”, concluye.