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NOVEDAD EDITORIAL

Sergio Ramírez (escritor y exvicepresidente de Nicaragua): "El poder absoluto busca negar el derecho de la palabra"

El novelista ha visitado Zaragoza este lunes para participar en un coloquio sobre libertad de expresión y presentar su último libro, 'Tongolele no sabía bailar'

Sergio Ramírez, exvicepresidente de Nicaragua, ha participado en un coloquio sobre libertad de expresión en las Cortes. ANGEL DE CASTRO

El escritor y periodista Sergio Ramírez ha visitado este lunes las Cortes de Aragón para hablar sobre la libertad de expresión en un desayuno informativo. Horas más tarde, el primer Premio Cervantes centroamericano –lo obtuvo en 2018– ha presentado en la Fundación Caja Rural su última novela, 'Tongolele no sabía bailar', censurada en su país de origen, Nicaragua, del cual fue vicepresidente durante el primer mandato de Daniel Ortega. Con motivo de su estancia en la capital aragonesa, ha atendido a este diario para hablar sobre estos temas y otros como su exilio o sus discrepancias políticas con el régimen de Ortega.

¿Qué es para usted la libertad de expresión?

Para la escritura es esencial, los grandes antagonistas del mundo moderno son la represión y la escritura. El poder absoluto busca negar el derecho de la palabra, no solo a quienes informan sino a quienes crean. La invención muchas veces es peligrosa para los autoritarismos.

Estamos viviendo una época de sobreinformación, algo que choca con el retroceso en esta materia.

Las redes sociales y los medios digitales son formas de expresión democrática muy importantes. Pero, al mismo tiempo, entrañan dos grandes riesgos: la superficialidad y la mentira. Ojalá las redes sociales sirvieran para ahondar en la profundidad de la información y en el examen crítico de todo lo que se llega a saber. Hay que buscar como enterrar la falsedad y el odio que se transmite a través de ellas.

¿Qué le aporta la escritura?

Libertad. La escritura es una forma de utopía, de fabricarse mundos en los que uno no vive y aspirar a que existan mundos mejores. El poder autoritario siempre quiere fabricar mundos únicos, exclusivos. Las verdades absolutas deben ser revisadas, si no la Humanidad no avanzaría. Hay que luchar contra ello, y para eso sirve la libertad de palabra.

Esa lucha le ha llevado a tener problemas en su país, como la orden de detención contra usted del pasado año.

Cuando uno escribe debe estar dispuesto a asumir los riesgos que la palabra entraña. Escribir autocensurándose es lo peor, porque la calidad literaria de la obra disminuye. Sin que eso signifique un heroísmo, hay que estar dispuesto a asumir las consecuencias de lo que uno escribe.

"Los grandes antagonistas del mundo moderno son la represión y la escritura"

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Ya había vivido una experiencia anterior con la censura, cuando el Instituto Nacional de Cultura nicaragüense le vetó como prologuista del poeta Carlos Martínez Rivas.

El Estado es el dueño de los derechos de su obra, por lo que vetaron el prólogo y el libro que iba a publicarse. Esta situación fue una advertencia para mí de que estaba enfrentado a un poder que no tolera la libertad de palabra y que usa la censura como forma de venganza política.

Como exvicepresidente, todo esto le toca de cerca.

Ha sido un proceso muy largo. Trabajé con Daniel Ortega hace 30 años y han pasado muchas cosas. Su evolución hacia el autoritarismo ha sido muy ajena a la relación que tuvimos entonces. Ahora, me enfrento a un régimen represivo, como cuando me enfrenté a Somoza.

"Cuando uno escribe debe estar dispuesto a asumir los riesgos que la palabra entraña"

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¿Qué opina de la deriva que ha tomado Nicaragua?

Es una desgracia para un proyecto tan ambicioso y utópico como fue la revolución. Ha derivado en un gobierno autoritario como cualquier otro en nuestra historia, más allá de los colores ideológicos que pueda tener. Algo que fue muy hermoso se ha vuelto esperpéntico.

En 1991, tras perder las elecciones democráticas, reivindicó el ejemplo que daba el proceso revolucionario nicaragüense. ¿Ha traicionado Ortega al sandinismo con esta deriva autoritaria?

Sí, porque me reafirmo en lo que dije. La revolución tuvo dos grandes momentos: el ascenso al poder por las armas frente a una dictadura sanguinaria y el momento de entregarlo porque el pueblo decidió que debía gobernar otro partido. Ambos momentos se han perdido. El heroísmo de la revolución se ha tergiversado y los jóvenes ya no creen en ella.

"El heroísmo de la revolución se ha tergiversado y los jóvenes ya no creen en ella"

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¿Cómo se ha llegado a esta situación?

No todo es culpa de la revolución. Hubo errores y aciertos, como en todos los procesos humanos. Ortega se ha apropiado de los símbolos de la revolución para establecer una dictadura familiar.

¿Cree aún en el sandinismo?

Tengo mis dudas, porque ha quedado muy desprestigiado y recuperar el nombre de Sandino se ha puesto cuesta arriba. Hasta hace poco creía que su nombre era rescatable junto a los valores de soberanía nacional, democracia o justicia social. Aunque estos valores siempre están, y sigo creyendo en un socialismo democrático.

¿Hay forma real de revertir ese régimen represivo?

Sin duda. Las bases de la dictadura son muy frágiles, solo tienen la represión bruta. Un poder, por autoritario que sea, necesita cierto consenso social. No estoy en capacidad de decir cómo va a evolucionar la situación, pero habrá cambios y tengo la confianza que sean democráticos.

La cultura puede ser un gran arma.

Siempre es un arma importante. La escritura, la música o las artes pláticas juegan un papel en contra de la dictadura. En Nicaragua, Ortega no tiene a ningún artista afín. Aislar la dictadura en términos culturales es una gran ventaja.

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