El Periódico de Aragón

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El Compromiso de Caspe

El 28 de junio de 1412 el valenciano Vicente Ferrer anunció públicamente en Caspe la elección de Fernando de Trastámara como nuevo rey de Aragón

El Compromiso de Caspe, de Salvador Vinegra (1891).

El Compromiso de Caspe es uno de esos hechos históricos que todos conocemos pero que a pesar de ello da la sensación de que no le concedemos la enorme importancia histórica que tuvo, ya no solo para los territorios de lo que era la Corona de Aragón, sino para la Europa de su tiempo. Para comprender de verdad su dimensión nos vamos hasta el 31 de mayo del año 1410. Ese día murió el rey Martín el Humano sin descendencia legítima. El año anterior había fallecido en Cerdeña su hijo Martín el Joven después de haber sofocado la enésima rebelión de los sardos contra la Casa de Aragón. Este había sido el heredero al trono, pero a su vez murió sin dejar descendencia legítima. Y es importante hacer esta apreciación, ya que Martín el Joven sí que dejó un hijo, Fadrique, pero concebido fuera del matrimonio.

Su abuelo, el rey Martín, pasó los últimos meses de su vida intentando apañar un reconocimiento de su nieto Fadrique tanto por parte de la nobleza como sobre todo de la Iglesia, pero cuando estaba cerca de conseguirlo, el monarca falleció. Se extinguió así la línea masculina de la casa aragonesa iniciada siglos atrás, y cuando una cosa así ocurría, surgían diferentes pretendientes que esgrimían diferentes parentescos en los que sustentaban sus derechos al trono. Lo normal en aquella época era desatar una cruenta guerra civil en la que vencía el último de los pretendientes que quedaba con fuerzas suficientes, pero las consecuencias de lo que siglos más tarde Francisco de Goya llamó los desastres de la guerra azotaban al final a los de siempre. A esa mayoría de la población que tan solo quería vivir en una relativa paz.

Recreación del Compromiso en Caspe, en su edición de 2019. Imagen de la última representación del Compromiso de Caspe en 2019.

Pero en esta ocasión ocurrió algo totalmente diferente, utilizando el poder de la palabra para dilucidar cuál de los hasta seis pretendientes al trono que surgieron tenía más derechos para ocupar el trono de Aragón. Hago de nuevo un llamamiento a la reflexión sobre lo que supuso lo ocurrido en Caspe, y es que si lo mismo que se hizo en esta localidad zaragozana hubiera sucedido en Oxford, Cambridge o Boston lo tendríamos hasta en la sopa y se conocería sobradamente en todo el planeta.

Como decía, seis fueron los pretendientes al trono, empezando por el nieto ilegítimo del fallecido rey Martín. Fadrique, quien acabó siendo conde de Luna, fue uno de esos pretendientes junto a Jaime II de Urgel (sobrino de Pedro IV y cuñado del rey Martín), Alfonso de Gandía, también sobrino de Pedro IV pero que murió antes del Compromiso de Caspe y fue reemplazado por su hermano Juan de Prades en la candidatura. También estuvo Luis de Anjou, nieto de Juan I de Aragón y bisnieto de Pedro IV, así como el que finalmente ganaría la elección; Fernando de Trastámara, hijo del rey castellano Juan I y que era sobrino del rey Martín.

Retrato imaginario de Fernando I, de Manuel Aguirre Monsalbe (siglo XIX).

Retrato imaginario de Fernando I, de Manuel Aguirre Monsalbe (siglo XIX).

Después de este lío genealógico, repasemos lo ocurrido en esos algo más de dos años en los que Aragón estuvo sin rey, el llamado interregno. No nos pensemos que todo fue un remanso de paz, ya que desde luego hubo violencia, especialmente en el reino de Valencia. También en el de Aragón, llegando a ser asesinado el arzobispo de Zaragoza García Fernández de Heredia. Pero tras varias negociaciones, el 15 de febrero de 1412 se redactó la llamada Concordia de Alcañiz, en la que se decidió cómo, dónde y con qué reglas se iba a elegir al nuevo monarca de forma pacífica. El lugar elegido fue Caspe dada su cercanía, a pesar de estar en territorio aragonés, tanto al reino de Valencia como a las tierras del Principado de Cataluña, como se comenzaba a llamar ya en esa época al condado de Barcelona. Cada uno de esos tres territorios enviaría a la localidad zaragozana a tres compromisarios con la misión de elegir al mejor de los candidatos, iniciándose las deliberaciones en el castillo del Bailío, también conocido como el castillo del Compromiso.

Tras algo más de dos meses de discusiones, el elegido fue Fernando de Trastámara, también conocido como «el de Antequera» por su participación en la conquista de esta localidad malagueña a los musulmanes granadinos. El día 28 de junio de 1412 fue anunciado solemnemente por Vicente Ferrer tras una misa oficiada por el obispo de Huesca, Domingo Ram. Los Estados de la Corona de Aragón volvían a tener rey, aunque el asunto todavía no había terminado del todo. El único que no aceptó el veredicto fue Jaime de Urgel, quien protagonizó una rebelión contra el nuevo monarca pero que acabó fracasando. Una nueva etapa comenzaba, y a pesar de los episodios de violencia, no llegó a desatarse una cruenta guerra que podría haber durado años y que habría tenido consecuencias imprevisibles, eligiendo el camino de la palabra y del consenso haciendo gala de la tradición política pactista en los dominios de los Aragón.

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