A Ronaldinho no le quita el sueño nada. Ni el dinero, ni la supuesta oferta de Roman Abramovich, el multimillonario ruso que posee el Chelsea, ni las palabras de Joan Laporta, el presidente del Bar§a, quien anunció que sería muy difícil retenerlo. "¿Abramovich? Mi cabeza está aquí, no hay por qué ponerse nervioso. Si ya he dicho que estoy muy contento aquí", afirmó ayer la estrella azulgrana a su llegada a Barcelona, procedente de Hungría, donde dejó un gol y un par de detalles para el recuerdo con Brasil.

Si de Ronaldinho depende, su futuro no admite discusión alguna, digan lo que digan los demás. Quiere seguir en el Camp Nou y no ha planteado siquiera que le aumenten la ficha. "¿Mi ficha? Estoy contento. Pero si me dan algo, mejor", dijo con una delatora sonrisa, asumiendo que el club tendrá que renegociar al alza su ficha. Ronaldinho cobra tres millones de euros anuales (500 millones de pesetas), más incentivos. Hay cuatro futbolistas por encima suyo en la lista de mejor pagados (Kluivert, Puyol, Luis Enrique y Gerard). Todos producto de la herencia Gaspart.

LA VOLUNTAD DEL JUGADOR El Bar§a también lo tiene asumido, aunque no quiera hacerlo público. Pero cuenta con una gran fortuna en este asunto. Más allá del valor de las cláusulas (la de Ronaldinho es de 100 millones de euros, 16.666 millones de pesetas) o de los caprichos de "magnates rusos o jeques árabes", como los definió Laporta, lo que cuenta de verdad es la voluntad de la estrella. Si alguien quiere irse, se va. Ronaldo, por ejemplo, abandonó el Inter, pese a tener contrato, y Zidane forzó al máximo a la Juve para recalar en el Bernabéu. También lo hizo el propio Ronaldinho para salir del París Saint Germain.

Entonces, el brasileño pudo irse al Manchester o esperar un año para acabar en la galaxia blanca. Pudo irse a cualquiera de los dos grandes transatlánticos europeos, a jugar en el Bernabéu o en Old Trafford, pero prefirió el Camp Nou.