La semana pasada, tras la bronca entre D´Alessandro y Aimar, Víctor, visiblemente nervioso, acusó a la prensa "de echar mierda sobre el proyecto", de falsear las opiniones periodísticas que subrayaban que el vestuario era un polvorín, de que su plantilla era más feliz que la familia Ingalls en La casa de la pradera. Perdió los papeles el profesor de Ética de la Información, porque le faltó elegancia y le sobraron algunas de las peores palabras que recoge el María Moliner, que no lo ha escrito él pese a que muchas veces se lo crea. El incidente de ayer, también con el díscolo D´Alessandro de por medio, lo cerró echando al jugador y reuniendo a los futbolistas en clase con la Ley de Prensa de Manuel Fraga bajo el brazo. Recomendó a unos y a otros lo que decir y cómo decirlo. El problema del Zaragoza ya no es el rombo o quién debe ser titular, sino que en lugar de un entrenador tiene un censor del régimen de Agapito.