Una cámara de hipoxia reproduce las condiciones de altitud para aumentar los glóbulos rojos en la sangre y, de esta manera, mejorar el rendimiento y la resistencia de los atletas durante el transcurso de la competición. Se mejora el transporte de oxígeno a los músculos y, a su vez, se retrasa la fatiga, ya que se simulan las condiciones de dormir a una altitud entre los 2.000 y 3.000 metros con la falta de oxígeno por las propias condiciones atmosféricas que ello representa.

Las leyes francesas e italianas prohíben la utilización de cámaras hiperbáricas o de hipoxia, ya que los reglamentos antidopaje de estos dos países penalizan los métodos artificiales que sirven para mejorar el rendimiento de los atletas. Sin embargo, el Código Mundial Antidopaje no refleja en ningún caso su ilegalidad. En Francia o en Italia, la revelación de Raúl le acarrearía que se le abriera un expediente y, en un último término, podría llegar a ser sancionado por dopaje.

Ninguno. Principalmente solo se han descrito problemas derivados de la alteración del sueño, algo que es de fácil corrección. Se trata de un método natural y no aporta mayores complicaciones al cuerpo humano, por ejemplo, que dormir en la habitación de un chalet situado en la alta montaña o en un hotel que se encuentre situado a casi 3.000 metros de altitud en una estación de esquí de los Alpes o en los propios Pirineos. El cuerpo se adapta enseguida a la falta de oxígeno.