No es difícil imaginar que la situación por la que está pasando el delantero Braulio, imputado como autor confeso de un delito de abusos sexuales, presidió el estado de ánimo y muchas de las conversaciones en el hotel Silken Al-Andalus, lugar de concentración en Sevilla de la expedición zaragocista. No fue un día más, ni una concentración más, por mucho que Javier Aguirre se esforzara en darle una apariencia de normalidad, también lo intentaban los gestos de los futbolistas, no tan serios como el miércoles cuando tomaron rumbo a Sevilla y con el shock de lo sucedido mucho más reciente.

El club estuvo más que representado en el Villamarín. Salvo Javier Porquera, toda la cúpula, empezando por el propio Agapito, estuvo en el hotel zaragocista. Quizá fue por ese énfasis en dar una apariencia de normalidad en un asunto tan delicado. El presidente llegó poco antes de comer a Sevilla y en otro tren lo hicieron Pedro Herrera, Luis Carlos Cuartero, Francisco Checa y el doctor Villanueva. Antonio Prieto estaba en la capital hispalense desde el miércoles.

Agapito estuvo hablando largo y tendido con Aguirre antes de la charla táctica con los jugadores y bajó al comienzo de la misma para estar con el grupo. No es un gesto habitual, pero el día lo exigía. Es verdad que en la plantilla hay muchos jugadores recién llegados y que no han tenido tiempo de estrechar lazos con Braulio y que los mejores amigos dentro de la plantilla que tenía el ariete canario ya no se encuentran en ese vestuario, pero semejante suceso dentro de un grupo siempre deja un estado de shock.

Gritos contra Braulio

El club va a ser extremedamente cauteloso con lo sucedido, un comportamiento que ha sido hasta el momento ejemplar por parte del Zaragoza. Va a dejar actuar a la justicia, pero Agapito y el resto de dirigentes saben de primera mano lo sucedido y también es fácil deducir las consecuencias. No es aventurado asegurar que el delantero canario está viviendo sus últimos días en el club aragonés, a donde llegó en el 2008 y donde le restaba un año. La rescisión de esa temporada debe ser la única salida. Ayer, a la llegada del autobús del equipo zaragocista al Benito Villamarín ya se escucharon gritos contra Braulio de algunos aficionados béticos con ánimo de provocar. Es solo un ejemplo más de lo que implica un caso tan delicado.