La selección francesa se proclamó, por primera vez en su historia, campeona de Europa al derrotar en la final del Eurobasket a la de Lituania por 80-66. El partido careció de emoción desde que en el segundo cuarto, los galos lo dinamitaron con un parcial de 31-12 que les permitió tener un final tranquilo en el que pudieron saborear su primer gran triunfo en Europa. La teórica superioridad en pívots de los lituanos, no tuvo ningún traslado al marcador, casi al contrario. Ajinca dominó en los primeros minutos, mientras que el seleccionador Jonas Kazlauskas iba dando entrada a su gran batería de repuestos en esta posición.

Primero fue Darjus Lavrinovic, después Robertas Javtokas y más tarde el jugador de los Toronto Raptors de la NBA, Jonas Valanciunas, sin obtener una superioridad en la pintura. Casi al contrario, porque un jugador casi marginal como Johan Petro se erigió en un muro contra el que se estrellaron los hombres altos lituanos. De hecho entró como refresco de Ajinca y se quedó todo el segundo cuarto en pista dado su gran rendimiento.

Lituania dominó el primer cuarto por 19-22, gracias al excelente nivel anotado de Linas Kleiza, autor de 11 puntos, mientras que en Francia, Nicolas Batum fue el más acertado, aunque casi todos sus compañeros vieron aro. Los bálticos intentaron salir en el segundo cuarto con una defensa más agresiva y, por momentos, cambiaron a zona. Craso error, Francia encontró ahí su punto de inflexión y se disparó en el marcador, con Batum como estilete, con un parcial de 31-12, para marchar a vestuarios con un 50-34 que significaba medio título, cuando menos.

Lituania, más por rabia que con inteligencia, intentó volver a meterse en el partido y en la final pero el acierto de Diaw y la dirección de Tony Parker (MVP del torneo) hicieron sus esfuerzos inútiles. Conforme avanzó el reloj, los lituanos fueron dejando de creer e intentando solucionar individualmente todos los problemas para un 68-50 al final del tercer cuarto. Francia se sintió campeona y se limitó a administrar su renta, saboreando cada instante de partido ante su inminente coronación.