Un día para la historia

La vorágine de los días emborrona la perspectiva. Levantar la mirada hacia un horizonte más lejano en vez de comprobar en el suelo las piedras que toca evitar hoy. Al Huesca le viene pasando ese andar pesado. Tropieza en cada derrota como un revés cuyo dolor le impide recordar que ese camino es de oro y grandeza.

En mitad de ese turbulento paso llega una de esas fechas que nos hicieron babear de gusto al comprobar que el ascenso a Primera era real. Real como el Real Madrid, ese club que se veía en la televisión de forma machacona, pero que esta tarde (16.15, BeIN LaLiga) se apostará en el Alcoraz para recordarnos que, entre este mar de desesperación, existe una temporada histórica en la que hay que relamerse.

Primer partido oficial del Real Madrid en Huesca, tras mínimas presencias, la última en marzo del 1963, en amistosos. Una fecha para recordar por los más de 7.300 oscenses que hoy llenarán el campo sin excusas. Un día que pondrá a Huesca en boca de todo el planeta que sigue la estela blanca. Fastuoso partido que junto al del Barcelona y el Atlético son los más señalados. Error sería quedarse atónito mirando las estrellas blancas y no agarrar el partido como una ocasión histórica. Animar sin reblar para resucitar a un equipo muy dolorido.

RESACA

La Copa ha dejado al Huesca con todos los síntomas negativos de una resaca. Un dolor de cabeza y una desgana en el cuerpo que le martillea en la sien como los ocho goles que le incrustó el Athletic. Ese doble 4-0 ha dejado tocado esa ilusión de mejora que había traído en su maleta Francisco. La Copa ha arrasado con una segunda unidad que ha despreciado la oportunidad de hacerse un hueco en el once. Pésimo reclamo teniendo en cuenta las bajas, añadida la última de Damián Musto, que afronta en las últimas semanas y clara urgencia de que pase el calendario para corregir en enero con fichajes lo que ahora parece incorregible.

Cómo se cuelen las secuelas de la goleada del pasado jueves será uno de las percepciones que se esperan en los primeros minutos de un partido que nadie se debería tomar como un trámite, como ha dejado claro Francisco en la previa.

Ganar al Madrid, aunque en la teoría quede como un paso de Mahoma, no es un imposible y debe ser un objetivo. Más si cabe por la situación de un Huesca que no necesita más que sumar y sumar puntos, mejor de tres en tres que de uno en uno. Otra cosa no queda, sea quien sea se plante delante.

Y aunque se repitan las derrotas, este grupo, con este entrenador, ha demostrado que sí puede competir al máximo nivel y sólo le queda marrar sus oportunidades para darse una alegría.

Cómo afrontará Francisco en lo táctico el partido es otra cuestión a descifrar. Dadas las ausencias (Musto, Akapo, Semedo, Gallar y Luisinho) y los pocos premios que se han merecido alguno de los coperos, el once casi se puede definir por descarte y en él ir añadiendo efectivos. El retorno de Melero ante el Athletic de Bilbao, aunque le falte ritmo, es un alivio.

Llegó ayer el riquísimo Madrid, con Florentino y Butragueño en la comitiva, abriendo el aeropuerto de Monflorite y reservando un hotel entero para jugadores y los pajes mediáticos que le acompañan. La apuesta por Lopetegui salió rana y la marcha de Cristiano Ronaldo ha dejado un vacío de liderazgo en una plantilla donde Modric estrenará un polémico Balón de Oro. Con todo, la pléyade de estrellas de la plantilla que maneja Santiago Solari es sabida hasta por un preescolar: Bale, Benzema, Ramos, Kroos, Marcelo, Courtois, Isco, Asensio, Vinicius... Al igual que sabe que los apellidos no ganan partidos. Once jugadores contra once jugadores.

Ojo con una estadística. Derrota en Eibar y en Vitoria o empate en San Mamés. Este Real Madrid no es ese Atila que por donde va masacra. Para nada. Solo siete puntos en siete partidos y 16 goles encajados. Por ese resquicio puede entrar la ilusión. ¿Por qué no empezar la reacción con una campanada en Huesca? Hacer historia.