David Navarro ha tocado el cielo con el Tarazona. Cinco años de intenso trabajo que concluyen con la obsesión de un técnico por triunfar en el fútbol.

¿Quién ha descansado más con el ascenso, usted o su familia?

Creo que yo, la deuda moral con la afición del Tarazona era mía.

A 25 de julio no está mal acabar la temporada.

Un año y dos días, pero no siento que haya sido tan largo. Me queda una sensación de vacío, después de juntarnos mañana y tarde con el equipo, ahora de repente dejar de vernos... Incluso durante el confinamiento nos conectábamos todos los días por videoconferencia, a veces simplemente para vernos. Desde el cuerpo técnico hemos trabajado para que el vínculo emocional no se perdiera, por encima de lo físico, y aprovechamos para potenciarlo. A través de las nuevas tecnologías, lo que nos debería haber distanciado, todavía nos unió más.

¿Qué había diferente en este grupo de jugadores con respecto a los anteriores?

El primer día después del confinamiento, subimos la carga. En lugar de quejarse, los comentarios eran ‘por fin, vaya reventada, qué ganas tenía de un día de estos...’ En ese momento supe que este grupo era de otra pasta. Las 39 sesiones, sobre todo en las cuatro primeras semanas, trabajaron muy fuerte. Las dos últimas afinamos conceptos, la forma de jugar y estudiamos al rival. El calor y el esfuerzo lo encajaban bien y yo les decía que teníamos que sufrir para luego divertirnos. Me han demostrado que sabían hacerlo.

Este desenlace con ‘playoff’, sin público, sin celebración… ¿Desnaturaliza el fútbol?

Es algo nuevo, que esperemos desaparezca lo antes posible. El tema interno se puede manejar, pero un playoff no tiene nada que ver. Los jugadores no te escuchan, el ambiente que hay no te deja comunicarte con ellos. La misma adrenalina que llega de la grada se traslada al campo. El fútbol dicen que es de los futbolistas pero es para los aficionados, sin ellos no tiene sentido, es lo que lo mueve. También por las emociones y reacciones que genera, si desaparece la gente, el fútbol lo pierde todo.

Tarazona queda ya para siempre en su corazón.

Ya lo estaba desde hace tiempo. Hoy en el coche me ha saltado una canción que escuchábamos mucho en el primer playoff y me han sobrevenido un montón de emociones. Este año ha sido duro pero el proceso para llegar hasta aquí viene de atrás. Ha habido que caerse, levantarse, caerse y volverse a poner en pie. Es un camino en el que ha intervenido mucha gente, todo jugador, entrenador o directivo que ha pertenecido al Tarazona en el pasado, tiene su parte en este logro.

Para bien y para mal, ¿Cómo convivió con la eliminación en temporadas anteriores?

Cada año peor, la autoexigencia que me puse el día de la presentación fue ascender, se hizo un silencio entre las 60-70 personas que asistieron al Casino. Este domingo lo recordaban en la comida y un aficionado me lo dijo en la calle: ‘Mira que decían que estabas loco...’. En Navalcarnero estuvimos muy cerca y en la repesca contra el Alavés B, el valor doble de los goles nos sacó del ascenso. Ahora miras hacia atrás y saltan emociones de otras temporadas, de otras personas que se van fusionando con el grupo de este año.

¿Cómo se rehace un entrenador para que su plantilla se levante una y otra vez?

Después de una derrota, tengo la facilidad para intentarlo de nuevo. Me refugio en mi familia y en mi equipo. El año pasado fue muy duro, recibí un mensaje de ánimo de un alevín del Tarazona, eso fue un punto de inflexión. Me hizo despertar y sacarme de ese bloqueo. Aquello unido a la forma de ser de la plantilla nos ha hecho sacarlo adelante.

¿Se reconoce en el fútbol que practican sus equipos?

Nos sentimos identificados porque cuando hablan del Tarazona piensan en un estilo de juego arriesgado y combinativo, no solo en Aragón. Cuando perdimos con el Rayo en la prórroga, entrenadores de otras comunidades me daban la enhorabuena por nuestro juego, que nos hacía diferenciales. Contento por conseguir darle un sello propio al Tarazona. En Segunda B será más difícil pero no vamos a renunciar a lo que somos.

¿Cuál es el siguiente deseo que le pide al fútbol?

Poder seguir disfrutándolo, la profesionalidad no va con la categoría en la que compites sino con la dedicación que le pones. Los logros son distantes, se pierde más que se gana… Lo más bonito es disfrutar el día a día, eso es lo único que pido.