El ciclista aragonés Javier Castañer Molinero se embarcó hace 25 años en su particular locura de batir el récord de la hora, primero de Aragón y después hasta establecer la segunda mejor marca de un español en la historia, en tres intentos ejecutados en menos de once meses para dejar una marca final de 47,102 kilómetros en sesenta minutos de rodar en un velódromo. Castañer (Zaragoza, 5 de marzo de 1970) se encerró el 2 de noviembre de 1996 en un abarrotado velódromo de la capital aragonesa con el primer objetivo de batir el mejor registro regional que dos años antes había logrado César Latorre y con más ambición que preparación certificó una marca de 43,474 kilómetros.

La puerta a pelear por algo más grande ya estaba abierta para Javier Castañer que estaba convencido de poder llevar ese primer registro mucho más arriba. "Me quedé con la sensación de que había algo más", explica el zaragozano. "El récord de la hora lo había tenido siempre en la cabeza. Me impactó el de Miguel Indurain en 1994, aunque desde el intento diez años antes del danés Hans Hendrik Oersted y todo lo que lo rodeó ya empecé a pensar en él", recuerda. Unos años después, la UCI revisó los criterios para homologar el récord de la hora y en la actualidad los intentos de Javier Castañer se encuadran en la categoría de "mejor esfuerzo humano", aunque en su opinión los cambios establecidos son "aberrantes".

Tras este primer intento exitoso en un velódromo que "para nada era el más adecuado, porque además de ser al aire libre con todo lo que puede condicionar un día con aire o con lluvia, estaban las juntas de dilatación que rodando a casi 50 kilómetros por hora acabas con las ingles destrozadas", empezó a pensar en volver a intentarlo. La segunda tentativa llegó ocho meses después, el 14 de junio de 1997 en idéntico escenario, con una preparación mucho más metódica, pero las condiciones para rodar en el anillo zaragozano le "provocaron rozaduras que me dejaron en carne viva y en los días previos tenía que ponerme filetes de ternera para aliviar el dolor". Aún así logró su objetivo y rompió la barrera de los 45 kilómetros con un marca de 45,055 kilómetros en una hora. Pero de nuevo con la sensación de que no había alcanzado su techo.

Con toda la base de las dos tentativas, Castañer no cejó en su empeño y se embarcó tres meses después en su definitivo tercer intento, pero esta vez en un escenario mucho más acorde, el velódromo Luis Puig de Valencia. Allí el 13 de septiembre en 60 minutos dio casi 189 vueltas al anillo valenciano para rubricar un registro de 47,107 kilómetros.

Un ciclista amateur

Castañer era un ciclista amateur que compaginaba la competición, a la que había llegado "algo tarde", con "diez horas de trabajo en una empresa y me comía un sándwich y me iba a entrenar". En estas condiciones y en poco más de quince días de preparación decidió, ya en "el declive" de su carrera, afrontar el primer reto del récord de la hora de manera "autodidacta, porque desde que antes de entrar en el equipo CAI siempre me había preparado mis planes de entrenamiento".

No obstante, también colaboró en el control médico el Centro Aragonés del Deporte que entonces tenía como máximo responsable a José Luis Terreros como director, en la actualidad director de la Agencia Española de Protección de la Salud en el Deporte, entre las numerosas personas que le ayudaron en la logística de la preparación.

A todo ello, Castañer debió unir la gestión personal de encontrar patrocinadores, "éste primero lo hice con microapoyos aunque luego la CAI asumió el costo" recuerda, para afrontar los elevados gastos que conllevaba la organización de un evento de estas características como pagar el control antidopaje homologado por la Unión Ciclista Internacional, contar con un árbitro internacional UCI autorizado para certificar la validez, además del seguro especial para la bicicleta con la que el suizo Tony Rominger preparó su doble tentativa de récord de la hora y que le prestó Colnago.

En todo este entramado, la única que "no cumplió con su trabajo, yo lo hice" fue la Federación Aragonesa de Ciclismo que no cumplimentó correctamente los trámites para su homologación y las marcas quedaron en el limbo, aunque los medios de comunicación certificaron con sus crónicas las tres marcas que estableció. La máquina de Colnago con la que protagonizó el zaragozano sus tres intentos fue uno de los principales focos de tensión en su preparación ya que apenas dispuso de unos pocos días para rodar con ella en ambos. En todas la tuvo a su disposición con el tiempo justo y "pensando que no llegaba".

El recuerdo

Veinticinco años después, Castañer asegura que "con el paso de los años eres más consciente de lo que hice y lo valoro mucho más", aunque cree que podía haberse quedado a las puertas de alcanzar los 50 kilómetros porque "en los últimos diez minutos rodé al máximo y clavé los tiempos y podía haber pasado de 49 kilómetros" y también porque "lo hice con un plato de 54 dientes porque no me llegó el de 55 que había pedido". En este sentido explica que en aquel momento las pulsaciones y el ácido láctico eran los que marcaban unos límites que "con la llegada de los entrenamientos por vatios se han visto superados y ahora es fundamental".

"En estos años han cambiado mucho las cosas en cuanto a preparación aunque en el material no tanto. De una forma arcaica logré hacerlo", afirma. Con el paso de los años, Castañer ha seguido ligado al récord de la hora y llegó a plantearse un nuevo intento en 2013 en la categoría máster 40 pero un problema físico por unas arritmias se lo impidió, y antes, en 2010, lo hizo como asesor del cordobés Fran Hidalgo en esa misma categoría.

En la actualidad no cree que haya ningún ciclista español capacitado para romper la barrera de los 50 kilómetros y establecer el récord de la hora nacional, ya que el de Miguel Indurain está considerado en la categoría de mejor esfuerzo humano. "Son 60 minutos permanentemente al límite de tus fuerzas. Para hacerlo hay que ser una roca y no todos pueden afrontarlo", concluye.