Lorenzo Alocén Castán ha fallecido esta madrugada en su casa de Barcelona. Nacido en Zaragoza el 4 de noviembre de 1937, Alocén es uno de los grandes jugadores de la historia del baloncesto aragonés. Uno de los 17 internacionales que ha tenido la comunidad en el último siglo, jugador del CN Helios, donde empezó y fue máximo anotador nacional, el Real Madrid de Pedro Ferrándiz con el que protagonizó una jugada que cambió el baloncesto, el Picadero de Barcelona y el Círculo Católico de Badalona. Con la selección nacional disputó dos Eurobasket y fue olímpico en México 68.

Lorenzo Alocén empezó a jugar a baloncesto a los 21 años, fue reclutado en la calle por Antonio Burillo para disputar la Liga Nacional con el CN Helios. Destacaba por su altura y calzaba un 45, tenía que jugar con alpargatas. En el club heliófilo, cuna del baloncesto en la capital aragonesa, destacó enseguida por su garra y esfuerzo -"técnica no tenía", confesaba él mismo- y brilló en la campaña 1964-65 con un promedio de 23,5 puntos que le convirtieron en el mejor anotador de la competición.

Llegó al Real Madrid construido por Raimundo Saporta y entrenado por Pedro Ferrándiz. De la mente del gran estratega blanco salió la jugada que marcó su carrera y la historia del baloncesto. En un partido europeo contra el Ignis de Varese la situación se estaba calentando y complicando en la pista. El duelo estaba igualado, quedaba una sola acción y el empate obligaría a la prórroga a un Madrid que estaba empezando a perder jugadores. La eliminatoria se decidía por la diferencia de puntos global de los dos partidos. Así que Ferrándiz ordenó a Alocén anotar en su propia canasta, perder el partido solo por dos puntos y sentenciar en Madrid en el encuentro de vuelta.

"Sacaba Lluis Cortés, Emiliano estaba al palmeo por si la fallaba y Lolo Sáinz en medio del campo. Faltaban dos segundos, la pedí, me la pasaron y la metí perfecta", rememoraba Alocén para este diario. La reacción del público pasó de la alegría a la indignación. "Me empezó a empujar Emiliano, la gente se cachondeaba y cantaba 'Lorenzini, Lorenzini', pero cuando se dieron cuenta de la jugada, cogieron cajas de cerillas las vaciaron, les metieron liras y nos las tiraban, nos escupieron y nos tiraron de todo", recuerda. Esa acción obligó a la FIBA a tomar cartas en el asunto: desde entonces es ilegal meter una autocanasta.

Jugo en el Real Madrid de 1961 a 1963 y regresó a Zaragoza tras el fallecimiento de su padre, destacando en el Helios como máximo anotador. En un restaurante de Barcelona de regreso del viaje de novios coincidió con un directivo del Picadero que le hizo una oferta y se trasladó a Barcelona, de donde ya no se movería. Saporta quiso recuperarlo para el Madrid, pero Alocén decidió no moverse. Sí lo convenció para regresar a la selección nacional y vivir una experiencia única, los Juegos Olímpicos de México 68. "Jugué la olimpiada con 31 años y me emocioné, eres uno de los doce mejores baloncestistas de España, uno de los mejores deportistas de España, era una gran satisfacción", explicaba en un reportaje con este periódico en 2015. Tras su retirada tuvo una empresa de exportación, un despacho inmobiliario en Barcelona y fue representante de jugadores.

A lo largo de la mañana se han sucedido las muestras de condolencias de todo el mundo del baloncesto. La Federación Española, la ACB, la Asociación de Baloncestistas Profesionales, múltiples clubs, incluyendo por supuesto a su CN Helios y al Casademont Zaragoza, y particulares como Aíto García Reneses, que fue su entrenador en su debut en los banquillos, han destacado la talla humana de este aragonés que estará para siempre en la historia del baloncesto.