El Periódico de Aragón

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La Montaña en Aragón

Ángela Altaba, la apuesta más elevada

Ángela Altaba decidió dar un giro total a su vida para acercarse a su pasión por las montañas. La turolense es integrante del nuevo equipo nacional femenino de alpinismo

Ángela Altaba, durante una escalada en Taghia, en Marruecos. SERVICIO ESPECIAL

En la vida, como en la montaña, hay que tomar decisiones para alcanzar un objetivo sin saber por dónde avanzará el camino. Un riesgo puede ser el paso para seguir ascendiendo. Ángela Altaba se enfrentó a este dilema hace un año. Como buena escaladora, no dudó. Desbloqueó el mosquetón de una vida cómoda, dejó su trabajo como educadora y se lanzó al vacío de sus deseos. Acertó.

Esta mujer de Cantavieja se planteó una vía vital para acercarse a las montañas, preparar una oposición de bombera mientras afrontaba sus escapadas. «De rebote», como ella mismo confiesa, le llegó una oportunidad única: integrar el equipo femenino español de alpinismo.

Creció entre las sierras del Maestrazgo, pero no fue hasta rozar la playa, en Castellón, cuando aprendió a escalar. En la universidad se apuntó a un grupo de entrenamiento, pero pronto su evolución le llevó a otros límites. Y a México. «Cerca de la facultad había zonas de escalada, me junté con guías de alta montaña, con alpinistas. Me contaban sus aventuras y flipaba».

Durante una escalada en Riglos. SERVICIO ESPECIAL

A su vuelta se instaló en su Teruel, «un paraíso a descubrir» donde hay sitios únicos «como los Órganos de Montero y Roca de Masmut, nuestro Riglos salvajes». Con unos amigos, en Castellote, montó la cooperativa La Rasmia, gestionaban el camping y se afanaban por descubrir nuevos sectores. Su progresión le llevó a grandes paredes, alcanzar un mayor compromiso en clásica, viajes al Atlas o Alpes, a superarse. «El año pasado subí la Aiguille du Midi, increíble».

De estas experiencias nació la insistencia de una recomendación. Se apuntó a las pruebas del Grupo de Tecnificación de la Aragonesa, sin embargo, su amistad con Nieves Gil y Laia Duaigües, antiguas integrantes del equipo nacional, le llevó a presentarse a las pruebas de la FEDME. En la selección definitiva de Panticosa, en febrero, dio la campanada. «Fui tan relajada que creo que me pillaron por eso», bromea Ángela.

Un sueño que se acompaña de una nueva etapa en el equipo con la llegada de la seleccionadora Miriam Marco, «una gran maestra», una referente. «Hace tiempo leí un libro sobre la primera mujer que subió al Mont Blanc, todas las dificultades que tenía, y sigue siendo algo así. Dar voz a cordadas femeninas, a equipos como este, tiene una gran relevancia», añade.

La escaladora aragonesa dibuja las vías por las que sube. SERVICIO ESPECIAL

La primera concentración fue en la ruta Carros de Foc con prácticas de rescate y en esquí de travesía, su punto menos fuerte. La segunda, en Écrins (Francia), se la perdió al estar con los exámenes teóricos de la oposición. La tercera y última, en Galayos, volvió a ser una experiencia única. «Hicimos la primera apertura femenina en una vía que llevaba doce años sin ser escalada. Fuimos con cepillos para limpiar los agarres», indica.

A final de mes irán al Mont Blanc («me gustaría subir la innominata») y en septiembre tienen una cita con las grandes paredes de Dolomitas. «Algunas del grupo nos quedaremos unos días más. Hay un buen grupo. Se trata de, seamos mujeres u hombres, tener confianza para irnos juntas al fin del mundo».

Y eso llegará en el otoño de 2023, cuando cierren el ciclo, seguramente en el Himalaya, otro sueño con los Andes o la Patagonia… «Mas que repetir ascensiones, me gustaría descubrir lugares nuevos y aportar nuestro granito de arena al alpinismo. Es con lo que soñamos todas», reconoce esta mujer fuerte que hace un año tomó un atajo hacia la felicidad. ¡Ah! Y esta semana aprobó las oposiciones de bombera. ¡Bravo!

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