"Los dioses no han concedido al mismo hombre todos sus dones. Sabes vencer, Aníbal, pero no aprovecharte de la victoria". Es lo que cuenta la leyenda --o la historia-- que Maharbal, el lugarteniente de Aníbal Barca, le dijo al general cartaginés tras la batalla de Cannas, cuando este se negó a avanzar hacia una atemorizada Roma. Esto sí es historia: la incipiente potencia se repuso y borró el Estado cartaginés del mapa.

Dicho de otra manera, se puede ganar una batalla y perder la guerra. La mayoría de los gobernantes de los países del euro (y con ello los inversores) han ganado una batalla con la decisión de Grecia de pedir una prórroga de su rescate, a la que accedieron no sin suspense el viernes. Pero, en realidad, la cuestión de fondo sigue sin resolverse y los cuatros meses de prórroga concedidos se presentan como una montaña rusa de encuentros y desencuentros. Estas son las dos razones de que las bolsas (que estaban ya cerradas cuando se conoció el acuerdo) vivieran ayer una jornada alegre, pero alejada de la euforia. Sobre todo en países donde se percibe un riesgo de inestabilidad política por las elecciones, como España ("Podemos gana fuerza en las encuestas", advertía ayer Barclays).

El Ibex 35 subió el 1,02%, hasta 10.990,1 puntos, y llegó a tocar los 11.000 de septiembre, si bien no estuvo entre los mejores del continente. Mejor le fue a la prima de riesgo, que cayó hasta los 105 puntos básicos, con el interés del bono en el 1,4%.