Pedro Sánchez comenzó esta campaña dedicando tanto tiempo a cargar contra Mariano Rajoy como contra Pablo Iglesias. Uno y otro ocupaban un lugar similar en sus discursos: el primero era retratado como el dirigente «a cambiar» y el segundo, como el que no había permitido ese «cambio» al votar a comienzos de marzo en contra de la investidura de un socialista. Pero ahora, cuando quedan cinco días para las elecciones generales y la mayor parte de las encuestas han colocado al PSOE por detrás de Podemos, Sánchez echa el resto frente al líder del partido morado.

Ayer, en un acto en Fuenlabrada (Madrid) con jóvenes (un sector del electorado en el que Iglesias tiene mucho más predicamento), aumentó su catálogo de ataques. A la responsabilidad del aspirante de Podemos en el mantenimiento de Rajoy en la Moncloa y a su presunto transformismo ideológico, sumó los vaivenes sobre la consulta en Cataluña e incluso las peticiones de respeto a los socios de su adversario.

El secretario general del PSOE se erigió en defensor del comunismo, una ideología que antes abrazaba Iglesias, quien ahora, tras sellar su coalición con IU (a la que pertenece el Partido Comunista), aspira a ocupar «un nuevo espacio socialdemócrata». «No me gusta este manoseo de la historia y de las ideologías. Muchas personas murieron por ser comunistas. Le pido [a Iglesias] que tenga más respeto para el Partido Comunista, cuando dice que era comunista por un mal de juventud. Y le pido que no manosee ni el pasado, ni el presente ni el futuro de la socialdemocracia. Las siglas de la socialdemocracia son las del PSOE», señaló el candidato.

La frase tuvo algo de respuesta a los elogios del secretario general de Podemos a José Luis Rodríguez Zapatero (a quien la semana pasada definió como el «mejor presidente de la democracia»), y fue contestada con velocidad por los aludidos. El secretario general del PCE, José Luis Centella, aclaró que su partido se sentía «muy cómodo» dentro de Unidos Podemos, una idea que también defendió el líder de IU, Alberto Garzón.

La defensa de Podemos del referéndum en Cataluña sobre la independencia, y si esta iniciativa será o no una indispensable para las futuras negociaciones de investidura, también ocupó un lugar importante en el discurso de Sánchez. Los sondeos que maneja la dirección del PSOE señalan que esta apuesta de Iglesias suscita rechazo en el resto de España, y las distintas declaraciones del candidato del partido morado también permiten a Sánchez insistir en los presuntos «cambios de chaqueta» de su adversario.

«Según dónde esté, el derecho de autodeterminación que defiende Iglesias es o no es una línea roja», argumentó el candidato del POSE, cuyas esperanzas están depositadas en la movilización de los abstencionistas. «Me quiero dirigir a los millones de votantes progresistas que no saben si merece la pena ir a votar. Podemos quedarnos en casa o podemos dar un paso al frente y solucionar los problemas», concluyó Sánchez. H