Los Comités de Defensa de la República (CDR) se han convertido, en tan solo un año, en uno de los actores más relevantes del independentismo, con una estructura anarquizante, descentralizada y sin líderes visibles, que inquieta a los partidos soberanistas por el carácter imprevisible de sus acciones.

Su protagonismo en los últimos meses, y especialmente los choques con los Mossos d’Esquadra en algunas movilizaciones, han disparado las alarmas en las filas de JxCat y ERC y en el Govern de Quim Torra, que oscila entre el apoyo a las reivindicaciones de los CDR y el temor a que sus acciones agrieten el relato de no violencia que quiere seguir preservando el grueso del soberanismo.

A diferencia de las dos grandes entidades soberanistas, la ANC y Òmnium Cultural, que siempre han buscado coordinarse con el Govern, los CDR actúan sin querer supeditarse a estrategias institucionales y, para este 21-D, ante la reunión del Consejo de Ministros en Barcelona, han prometido ser «ingobernables».

En las semanas anteriores al referéndum unilateral del 1 de octubre de 2017, desde entornos de la izquierda independentista surgieron los Comités de Defensa del Referéndum en diferentes puntos de Cataluña, con el objetivo de garantizar la apertura de locales de votación para el 1-O.

Fue la primera vez que se hablaba de los CDR, unas siglas con reminiscencias de los Comités de Defensa de la Revolución cubanos. Los CDR alegan que su vía es el «pacifismo activo» para construir la «república catalana», aunque desde la pasada primavera están en el punto de mira de la Fiscalía, que ve en sus actuaciones «vandalismo y violencia».

Sus proclamas en favor de la desobediencia civil sintonizan con los planteamientos antisistema de la CUP y otras organizaciones de la izquierda independentista, y su estrategia de acción supera en intensidad a las tradicionales convocatorias de la ANC y Òmnium, lo que ha provocado situaciones de tensión con los Mossos.

Los CDR, que reallizaron cortes de vías ayer en Barcelona, han llamado a concentrarse hoy en los aledaños de la Llotja de Mar desde primera hora de la mañana para llevar a cabo su protesta, en lo que puede ser el punto de mayor tensión con las fuerzas de seguridad que protejan el edificio.

Preocupados precisamente por el auge de los CDR y el poco control que partidos e instituciones ejercen sobre sus acciones, sectores soberanistas han impulsado la creación de «grupos de interposición» para evitar choques entre manifestantes y Mossos.

Estos grupos se están organizando bajo el nombre de «Escudos por la República Catalana», y nacen con el fin de «hacer frente a la violencia en manifestaciones no violentas», aunque han anunciado que no llegan a tiempo de actuar el 21-D.