El órdago del presidente palestino, Mahmud Abbás (alias Abú Mazen), de convocar elecciones anticipadas sigue inflamando la violencia que, a golpe de muertes y secuestros, asola las calles de Gaza. Los choques armados continuaron ayer entre Hamás y Al Fatá en el norte de la franja. Y todo ello a pesar del alto el fuego declarado el pasado domingo.

Ayer, un militante del partido de Abú Mazen murió en un tiroteo y 19 personas de ambos bandos fueron secuestradas, entre ellas el exministro de Al Fatá Sufyan Abú Zaida, quien fue liberado por Hamás "como gesto de buena voluntad". Un gesto que no sirvió de mucho, pues poco después de la liberación, milicianos de Al Fatá secuestraron al diputado de Hamás Yusuf Sharfi.

Prueba de la fragilidad de la tregua fue que el primer ministro palestino, el líder de Hamás Ismail Haniya, condicionó la continuidad del alto el fuego a que Abú Mazen retire a sus milicianos de las calles de Gaza. "Para que el acuerdo se mantenga en pie, debe poner término al despliegue que no tenga conexión con la seguridad interna", señaló.

BUENOS PROPÓSITOS La jornada no había empezado mal. Los portavoces de ambos partidos habían expresado por la mañana su compromiso sin reservas con la tregua sellada la jornada anterior. Pero a medida que avanzó el día la realidad demostró ser demasiado tozuda. Un militante de Al Fatá de 21 años murió en un tiroteo con fuerzas de Hamás en el campo de refugiados de Yabalia. Por la noche se recrudecieron las ráfagas de las ametralladoras y se escuchó el estruendo de varias bombas.

Más novedoso fue el reavivamiento de los secuestros de ambas partes. Al menos nueve militantes de Al Fatá fueron secuestrados, entre ellos el exministro para los Asuntos de Prisioneros, Abú Zaida, posteriormente liberado. En respuesta, Al Fatá capturó a 11 militantes islamistas y amenazaba anoche con ejecutar a tres de ellos. En esta secuencia se mezclan no solo las rivalidades entre ambos partidos, sino la revancha entre familias y clanes abiertas por las heridas de los últimos días.

Lo peor es que no parece haber un horizonte político inmediato para acabar con la pugna armada. El documento del alto el fuego, elaborado por las facciones minoritarias, incluye una recomendación para volver a negociar un Ejecutivo de unidad nacional. Pero ninguno de los partidos está dispuesto a ceder en sus demandas. "No vamos a perder más tiempo. O Hamás acepta un perfil de Gobierno que pueda ser reconocido por la comunidad internacional o no hay nada que hablar", dijo a este diario el portavoz de los nacionalistas, Twfiq Abú Jusa.

APOYO EXTERIOR En este contexto viajó ayer a los territorios palestinos el primer ministro británico, Tony Blair, que se desplazó hasta Ramala para respaldar a Abú Mazen y su decisión de celebrar elecciones presidenciales y legislativas anticipadas. Sin una oferta sobre la mesa, Blair sugirió que en "las próximas semanas" espera poder presentar en conjunto con la comunidad internacional "una iniciativa para la reconstrucción y el desarrollo que alivie el sufrimiento de los palestinos".

Blair hizo hincapié en la necesidad de crear un "marco político" que permita avanzar hacia una paz con Israel basada en dos estados. Ese marco es el que se ha propuesto crear Abú Mazen tras fracasar reiteradamente en sus intentos para que Hamás reconociera a Israel. El presidente palestino justificó su decisión de devolver la palabra al pueblo como una salida "para que pueda decidir sobre un programa que acabe con el embargo y la crisis".

Por su parte, el primer ministro israelí, Ehud Olmert, expresó su deseo de reunirse con el presidente palestino y dijo que "hay que hacer todo lo posible para apoyarlo".