El actual vicepresidente, Daniel Scioli, es el otro gran ganador de las elecciones argentinas. En los comicios a gobernador, Scioli se ha quedado con el poder de la estratégica provincia de Buenos Aires, con más del 50% de los votos. No solo le aportó a Cristina Fernández de Kirchner un caudal de sufragios decisivos, sino que la superó en adhesiones.

Scioli cae bien a casi todos. Los secretos de su éxito son tal vez su ambigüedad y el hecho de no provenir del mundo político tradicional. Era un piloto de motos acuáticas que, pese a perder su brazo derecho, fue ocho veces campeón mundial. Su ejemplo cautivó a Carlos Menem, que lo hizo diputado de su proyecto.

Scioli dejó a Menem cuando cayó en desgracia y apoyó a su enemigo, Eduardo Duhalde. El presidente interino lo nombró después compañero de candidatura de Néstor Kirchner.

Kirchner lo reprendió varias veces, pero Scioli aceptó subordinarse. El mandatario entendió que la provincia necesitaba un candidato poco conflictivo y pensó en él. Fue un acierto.

Casado con la exmodelo y fabricante de lujosa lencería Karina Rabolini, Scioli es conservador y el más pronorteamericano de los kirchneristas. Pero es pragmático. Y ambicioso. Sabe que Buenos Aires puede ponerlo en la carrera por la presidencia o terminar con sus sueños. Lo espera el problema de la violencia, el narcotráfico y la desigualdad social.