El temible general Manuel Contreras dijo estar convencido de que será recompensado con el cielo por lo que hizo en vida. El jefe de la primera y más feroz de las policías secretas de Augusto Pinochet se ha estado preparando para ese momento en una cárcel con canchas de tenis y otras salas de juegos, televisión por cable, teléfono, internet y un jardín que no es edénico pero que, al menos, incluye una instalación para comidas opíparas. En este espacio puede recibir a sus familiares entre las 10 y las 17 horas de cualquier día o compartir una barbacoa con otros militares condenados por violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura que anegó de dolor Chile entre 1973 y 1990.

Contreras relató, jactancioso, su modus vivendi en más de una entrevista concedida en el marco del 40° aniversario del golpe de Estado que derrocó al presidente Salvador Allende. Las descripciones del hombre al que Pinochet le encomendó las más crueles acciones encubiertas provocaron una ola de irritación nacional. El presidente Sebastián Piñera, empeñado en tomar distancia de la derecha más recalcitrante, que todavía ve lo ocurrido en 1973 como una gesta, aprovechó las circunstancia para cerrar el centro penitenciario Cordillera y trasladar a los reos vip a la cárcel de Punta Peuco.

El penal, ubicado en el interior del Regimiento de Telecomunicaciones del Ejército en Peñalolen, aloja a 10 represores. Además de Contreras, están allí, entre otros, su sucesor en la policía secreta de la dictadura, Odlanier Mena, condenado por el asesinato de tres jóvenes, el torturador Miguel Kassnoff, el excoronel Pedro Espinoza, condenado a 46 años por el asesinato del exjefe del Ejército Carlos Prats, y su esposa.

Seis gendarmes por preso

Son custodiados por 36 gendarmes: seis uniformados por cada preso cuando para vigilar a 5.456 reclusos hay disponible 0,01 gendarmes por recluso. La presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, Lorena Pizarro, dijo que el cierre de la cárcel-resort es "sin duda un paso importante, pero no es el definitivo". Pizarro recordó que seguirá funcionando Punta Peuco "y es precisamente a este último penal donde serán trasladados los 10 delincuentes". La creación de los penales de lujo, a principio de los años 90, mostró la debilidad con la que comenzó la transición democrática.