"Desde que se abrió el centro comercial vendemos más, porque acude mucha más gente a la zona. Sin embargo, las normas hay que cumplirlas y todos los comercios deberían tener sus licencias en regla".

María Pilar Tena es la propietaria de una mercería ubicada en la plaza Utrillas. Un comercio "de barrio" que regenta junto con su madre y que ha visto incrementados sus ingresos desde que se se abrió el hipermercado. María Pilar recuerda que la zona antes "estaba muerta" y que sus clientes eran, casi exclusivamente, vecinos de toda la vida.

Sin embargo, a pesar de que ella no desea el cierre de la planta baja, como reclama la Federación de Comerciantes, cree que no se debe permitir la situación de ilegalidad en la que se encuentra y confía en que se busque "una alternativa a la clausura".

Noelia Fuentes, una empleada de la charcutería Montori-Bonanco, situada junto al hipermercado, comparte la opinión de María Pilar: "Algunos comerciantes quieren la clausura para evitar nuevos incumplimientos de las normas, pero lo que sí es cierto es que la zona se ha revitalizado y vendemos más. Si se procede al cierre, los más perjudicados serán los trabajadores".

Exigencias de los vecinos

La inquietud por el futuro de la zona se palpa entre muchos vecinos, que se muestran incrédulos por el posible cierre después de tres años de conflictos entre el Ayuntamiento de Zaragoza y la Federación de Comerciantes.

José Antonio Martínez, de 31 años, considera que los culpables de la situación son quienes permitieron que el hipermercado superara en más de 10.000 metros cuadrados las dimensiones establecidas en la Ley de Equipamientos Comerciales. "No entiendo que se quiera proceder al cierre ahora. Me resulta contradictorio que hace tres años se abrieran las puertas del centro, aparentemente sin problemas, y ahora suceda esto", apunta José Antonio.

Este vecino está convencido, al igual que Miguel Angel Hernández, que vive frente al hipermercado, de que la ejecución de la sentencia provocará en el futuro el fin de las actividades del centro. "Si después de todo se cumple lo dictado por el juez, estoy seguro de que Alcampo no querrá mantener el supermercado y esta plaza se convertirá en un nido de mierda, porque no habrá vigilantes", asegura Miguel Angel, mientras señala una pared llena de pintadas.

La postura de los vecinos parece unívoca, ya que las personas consultadas se mostraron partidarias de evitar el cierre y de buscar vías de consenso entre el nuevo equipo de gobierno municipal y los comerciantes.