La mitad de los 1.150 autocares y autobuses censados en la comunidad aragonesa están dotados de los más modernos sistemas de seguridad para los viajeros, como estructuras reforzadas y carrocerías indeformables. Estos dispositivos, junto a la pericia del conductor, fueron fundamentales para que el accidente ocurrido el pasado martes en la autopista AP-2, en el que volcó un autobús de la línea regular entre Zaragoza y Lérida, no tuviera consecuencias más graves: todos los pasajeros heridos, salvo uno que resultó más grave, sufrieron heridas leves.

"Todos los autobuses fabricados a partir de 1992, cuando se endurecieron notablemente las normas sobre seguridad en el transporte de viajeros por carretera, están dotados de medios de protección muy avanzados", afirma Gustavo Marqueta, responsable de márketing de Hispano Carrocera, SA, una empresa zaragozana que lidera el sector de construcción de carrocerías indeformables y antivuelco.

En aquella fecha entró en vigor el reglamento comunitario EC-66, que introducía la obligatoriedad de dotar a los autobuses de los más modernos medios de seguridad, una exigencia en la que Hispano Carrocera obtuvo el primer certificado oficial de homologación.

"El 52% de los autobuses de la comunidad aragonesa se han comprado después de 1992, por lo que puede decirse que en torno a 600 vehículos de estas características cumplen la normativa a rajatabla, por no hablar de los que se fabricaron con anterioridad y también incorporaban medidas de seguridad que se generalizarían más adelante", subraya Marqueta.

"Se puede decir que en Aragón apenas quedan autobuses anticuados", afirma, por su parte, Pablo Martín Retortillo, de la compañía de autobuses La Oscense. "En cualquier caso --agrega-- no circulan autobuses con más de dieciséis años por la sencilla razón de que la ley estipula que los vehículos que se dedican al transporte escolar, que es donde acaban los autobuses más antiguos, no rebasen esos años de servicio al comienzo de cada curso".

"A partir de los dieciséis años de vida, un autobús se destina a la chatarra y a recambios o se exporta a países que, como Cuba o Ucrania, tienen unas legislaciones mucho menos exigentes en materia de seguridad", indica el responsable de La Oscense.

"En el accidente de la AP-2, --apunta Martín Retortillo--, tras el vuelco no hubo arrastre y eso indica que funcionaron muy bien los sistemas de control de frenada y de antibloqueo de las ruedas".

Marqueta insiste en que "la clave para que el interior de un autobús no se convierta en una trampa mortal en caso de accidente está en que la deformación de la carrocería deje siempre un espacio suficiente en el interior para que los cuerpos de los viajeros no resulten alcanzados por la estructura del vehículo".