El abandono histórico que ha sufrido la línea ferroviaria del Canfranc ha obligado a la compañía por motivos de seguridad a limitar al máximo la velocidad, que oscila en los 136 kilómetros que separan Huesca de la terminal pirenaica entre los 60 y los 20 kilómetros por hora. Los continuos desprendimientos de piedras provocaron hasta cuatro accidentes --uno de ellos se saldó con doce heridos-- a lo largo de los meses de enero y febrero del año pasado, que provocaron el cierre total del corredor durante un mes para acometer unas mínimas obras de mantenimiento.

La infraestructura data de principios del siglo XX y desde entonces no ha sufrido ninguna actuación de envergadura. Las traviesas son aún las originales de madera y los carriles de la vía datan de 1910 en el tramo Jaca-Canfranc, que desde que la inauguró el rey Alfonso XIII está igual. La última intervención en la vía se remonta a hace quince años, pero se empleó material de segunda mano procedente de las líneas ya cerradas de Puebla de Híjar-Alcañiz y Zuera-Turuñana. La lamentable situación de la infraestructura se constató ya en un informe de Fomento del año 2000.