La antigua fábrica de Inquinosa, en el polígono industrial de Sabiñánigo, puede ser una desagradable caja de sorpresas. Abandonada desde principios de los años 90 del pasado siglo, se sabe que contiene una cantidad indeterminada de sustancias contaminantes, empezando por lindano y siguiendo por benceno, metanol y otros elementos necesarios para elaborar un pesticida prohibido en la actualidad.

El problema es que esos productos, degradados por el paso del tiempo, se pueden expandir sin control e invadir su entorno, como mantiene Ecologistas en Acción. En su opinión, hace tiempo que debería haberse llevado a cabo una completa descontaminación de la instalación y de los terrenos adyacentes.

De hecho, el Gobierno de Aragón se ha propuesto limpiar Sabiñánigo de residuos de lindano, empezando por los vertederos de Bailín y de Sardas, si bien Inquinosa queda relegada a un segundo plano dentro de ese plan de actuación.

MADEJA LEGAL

Una causa puede ser que el complejo fabril, situado junto a la presa del río Gállego, se halla en una enrevesada situación legal, una circunstancia que ralentiza la toma de decisiones.

"La fábrica fue subastada cuando cesó la producción y el propietario, Jesús Herboso Pajarrón, no hizo frente al coste de los procesos judiciales en que se vio inmerso desde los años 80 por contaminar el río Gállego", señala Mariano Polanco, responsable de Ecologistas en Acción.

Así fue cómo las instalaciones fueron adquiridas por el mismo equipo de juristas que asesoró al industrial e, incluso, por un grupo de empresarios de la zona que vio una oportunidad de crecimiento inmobiliario en esos terrenos, siempre según la versión de la entidad ecologista.

El Gobierno de Aragón, por su parte, persigue legalmente al antiguo propietario de Inquinosa para que abone los 20 millones que adeuda por los daños causados al medio ambiente durante el tiempo en que la fábrica estuvo en funcionamiento y posteriormente. Ahora mismo, la Justicia se halla a la búsqueda del patrimonio de Herboso Pajarrón para embargarlo.

Pero, al margen de la madeja judicial, la propia DGA no oculta que hacerse con la propiedad de la antigua fábrica de Sabiñánigo reportaría muchos más inconvenientes que ventajas. Empezando por el coste de una complicada descontaminación. "La Diputación General de Aragón no puede aplicar los criterios de una empresa privada", sostiene Polanco. "Debe velar por los intereses generales", subraya.

Desde su punto de vista, urge una acción inmediata. "Los contaminantes mal guardados en Inquinosa, tanto en depósitos al aire libre como en otros subterráneos, se mueven de una forma continua y difusa hacia el Gállego", explica el ecologista. El tipo de suelo, de carácter permeable, ayuda en este peligroso proceso.

Y las aguas del embalse de Sabiñánigo, que se abre periódicamente para alimentar un canal y el propio cauce, son el refugio más inseguro para los contaminantes que se van acumulando, dado que tienen vía libre para fluir río abajo.