Llega el mes de agosto, la mitad del verano se ha esfumado y la vuelta a la rutina cada vez está más cerca. Es el momento de que los comercios tomen decisiones de si quieren permanecer abiertos o tomarse unos días de descanso. Su año económico se ha visto claramente lastrado por la situación extraordinaria que se ha vivido con el covid-19 y ha afectado con más importancia a los pequeños comercios, que subsisten y aguantan como jabatos los golpes de la crisis.

Es el verano que menos turistas ha registrado de lejos Zaragoza y Aragón pero tienen que mantener levantada la persiana para poder comer y atender a los valientes que con este calor se pasean por las calles. Y compensar una primavera de parón absoluto con el estado de alarma.

Un ejemplo de estos comercios que cuelgan en sus puertas el Abierto por vacaciones es el de Regalos La Mañica, situado en la calle Don Jaime I, cerca de la plaza del Pilar: «De momento sí voy a estar abierta. Llevo abierta desde el 1 de junio. Los veranos sí que suelo permanecer porque cuando me voy de vacaciones es en enero o febrero y cierro algún día y descanso un poco también, pero abro todos los días», señaló su dueña, Soledad.

Como también seguirá abierta la tienda Grilló, situada en la calle Alfonso I: «El verano siempre permanecemos abiertos porque llevo tres años trabajando aquí y así ha sido», comentó Nuria, la encargada.

También el estanco El Pilar, que se localiza en la misma vía, en el que su dependienta Ana María aseguró que abrían todo el verano, que siempre lo habían hecho o que incluso daban servicio todos los fines de semana.

Las pastelerías fueron negocios habituales durante estado de alarma y también lo son en verano. A todo el mundo le gusta merendar dulce o salado, tomarse algo fresco y casi de obligado cumplimiento es comprar el pan todas las mañanas, así que la situación casi obliga a mantener el negocio abierto: «Nosotros no hemos cerrado nada, ni lo vamos a hacer ahora en el verano. Durante la pandemia la gente venía todos los días a comprar el pan, a tomarse un café, y ahora lo siguen haciendo», manifestó la dueña de la pastelería Granier de la calle Don Jaime I, Marián Diez.

Hay otros que mantienen su establecimiento abierto todo el verano y se toman unas vacaciones por costumbre manteniendo siempre los mismos días el negocio con la persiana echada. Es el caso de Chen y su bar-restaurante Sawadika, que puede encontrarse en la calle Santiago de Zaragoza. Chen aseguró que habían permanecido abiertos todo el verano pero se tomaban ahora sus «habituales» diez días de vacaciones. De hecho, ya tenía el cartel preparado y lo pone para que la gente no piense otras cosas: «Si no lo ponemos, la gente piensa que hemos cerrado por otro motivo, porque hemos cogido el virus o algo así y ya no quieren venir al local», reía el dueño de este bar.

Obligados a parar

Pilar y Begoña Muñoz son las dueñas de Sisinia Novias y conocidas por toda la zona como las sisinias. Un negocio familiar que nunca había tenido que echar la persiana pero esta vez se lo han tenido que replantear: «Esto es para llorar, en 30 años no habíamos tenido que cerrar en verano, y este año tal y como está la situación, vamos a cerrar más que nada por descanso mental», lamentó Begoña, añadiendo también la falta de mercado debido a las bodas que se han ido cancelando.

En el negocio trabajan cinco personas, dos de ellas son las dueñas, y «las otras tres chicas que están con nosotras están de ERTE, de vacaciones, y nos mandan un montón de fotos», bromeó Pilar Muñoz. Aun con todo, la moral en este comercio estaba por los aires y no querían transmitir una sensación pesimista: «No hay que ser tan dramáticos sino más positivos», señalaron. En sus casos, las bodas se terminarán celebrando en septiembre de este mes o al año que viene. No obstante, Begoña quiso dejar claro que esta situación «no les había pasado en la vida».