Jorge Prada Rodríguez aceptó ayer una condena de dos años de prisión por la brutal paliza que propinó a un desconocido, el 17 de marzo del año pasado, en la calle Almagro de Zaragoza. Se cruzó con él cuando la víctima estaba orinando, a las 6.00 horas, y "sin mediar palabra y sin hacer nada que pudiera prevenir" de la agresión, le dio un puñetazo que lo dejó inconsciente y le propinó puñetazos, patadas y pisotones, según el relato del Fiscal. Luego le robó el móvil y el dinero y se fue en taxi.

Fiscalía pedía para él nueve años de prisión, cinco por el delito de lesiones y cuatro por el de robo con fuerza. Pero su letrado, José Cabrejas, cerró ayer un pacto con la Fiscalía y la acusación particular por el que, indemnización mediante, ambos aceptaron reducirla a dos años por las lesiones. El robo quedó en una falta de hurto, con un mes de multa económica, y el delito de lesiones se vio reducido por la atenuante muy cualificada de reparación del daño y su condición de toxicómano. Aunque también agravada por la reincidencia, ya que fue condenado por otras lesiones en octubre del 2012.

EN LIBERTAD Como resultado de este pacto, el joven podrá salir en breve de prisión, al haber pasado en ella ya la mitad de su condena --un año-- y al avenirse todas las partes a que obtenga la libertad condicional, mientras siga un tratamiento de desintoxicación para tratar su adicción a las drogas. En la solicitud original, Fiscalía pedía que pagase 12.100 euros por las lesiones.

El agresor fue arrestado tras la llamada del taxista que le había llevado, con manchas de sangre en las zapatillas, los pantalones y la cazadora. El condenado le contó cómo acababa de agredir a un hombre, al preguntarle por las manchas, y le pagó la carrera con el dinero que le acababa de quitar a la víctima. Luego dejó el monedero en el taxi.

La víctima fue trasladada al hospital tras el aviso de un ciudadano que le vio inconsciente y ensangrentado en el suelo, con los pantalones bajados y una tarjeta de crédito en el suelo. Tenía heridas en el ojo, la nariz rota, una herida en el labio y erosiones en el pene y el pubis.

Tras dos días en coma y las pertinentes operaciones, le quedaron como secuelas un déficit de apertura en el ojo derecho y cicatrices en el párpado y la nariz. También perdió un diente.

Tras ser detenido, el joven consiguió además ocultar el teléfono móvil en el cacheo policial, y utilizarlo para avisar con dos llamadas a su novia, mientras estaba en el calabozo de la comisaría de Ranillas.