La celebración del Día de Aragón en La Aljafería estuvo ayer cuajada de música con tintes folclóricos aragoneses y sabor de cierre de etapa, que casi hacía añorar la jota de Allá va la despedida. A la sensación contribuía también la separación de los diputados de las Cortes, que quién sabe si se verán o no el curso que viene, en unos meses. Las urnas dirán.

La celebración contó con el acompañamiento musical de un trío lírico y una rondalla, que versionaron tanto el himno de Aragón -que menos mal que no quedaba propio corearlo, porque no parece que la letra se popularice- como el tema Me gustaría darte el mar del premiado Joaquín Carbonell. El propio cantautor interpretó De Teruel no es cualquiera, agradeciendo su galardón. Y mientras tanto la mañana tirando a soleada se encapotó y calló un chaparrón, potente por momentos. Algún maledicente relacionó ambos extremos.

Por encima de músicas, la emoción fue protagonista en los discursos. La lógica de los premiados, pero también la de Violeta Barba, que se despedía de la Presidencia de las Cortes con «orgullo» y agradecimiento a todo el personal de la institución, por el trato recibido e incluso el «cariño» de los parlamentarios, por momentos con la voz quebrada.

No se olvidó la presidenta de recordar al fallecido Antonio Torres, compañero de la mesa de las Cortes, y tampoco a Chesús Bernal con su frase de despedida de «cuiden y mimen el Parlamento». Se echó ayer de menos la bonhomía de ambos en las conversaciones posteriores al acto solemne. Sin duda, recordarlos ayer fue un momento triste.

Javier Lambán tampoco rehuyó el obituario, en este caso con el expresidente de Aragón Gaspar Castellano, con el que compartió no solo cargo sino desempeño político en Ejea. El actual presidente de la DGA no estuvo quizá tan emotivo, pero compartió solemnidad con el también premiado fiscal Javier Zaragoza, quien se sumó a la emoción por ser premiado en su tierra, aunque fuera de forma contenida.

Tras el acto oficial, no faltaron clásicos en el frugal piscolabis posterior, como quien busca la puerta de salida de los camareros, pero de forma elegante. Tampoco faltaron tradiciones fuera de palacio, como la manifestación de Stop Sucesiones a las puertas, quizá algo menos concurrida que otras veces.

No faltó el buen humor entre políticos adversarios. Ese fue el caso del popular Eloy Suárez que salvó de una caída segura por el suelo resbaladizo a la socialista Susana Sumelzo, o las bromas que hicieron el también popular Javier Campoy con el podemista Andoni Corrales, en un amago de beso jocoso pese a sus diferencias.

Fue la primera vez que el Día de Aragón coincide con unas elecciones generales, y en la antesala de unas elecciones autonómicas y municipales. Una anécdota para la historia de una comunidad que ayer volvió a reivindicar su especifidad política en un mundo cada vez más complejo y globalizado.