La renta del alquiler de una vivienda llega cada mes, con o sin pandemia de coronavirus. Y quienes tienen que hacer frente al pago y han visto sus ingresos paralizados por el estado de alarma sufren la incertidumbre de no saber cómo superar la situación. Aunque la administración ofrezca ayudas, no todos se pueden beneficiar y tratan de llegar a acuerdos con sus caseros.

Belén Piccioli, comercial

“Me ofrecieron un descuento de 200 euros”

Belén Piccioli es argentina, con nacionalidad italiana, y vive en Aragón desde hace 11 años. Actualmente reside en Monzalbarba con su hijo de 10 años y trabaja como comercial para una empresa que gestiona alojamientos turísticos y el alquiler vacacional.

Hasta la declaración del estado de alarma, ella trabajaba habitualmente una jornada de 40 horas, sin embargo, «debido a esta situación mi empresa está en ERTE y me redujeron la jornada a 3 horas diarias. Y con ello la reducción de salario», explica. Además, su remuneración se divide en dos partes, una fija y otra que marca la diferencia, y que se establece en base a los objetivos alcanzados. «Y obviamente estos objetivos desde que estamos en ERTE se dejan de cobrar. Aparte de no obtener esa parte proporcional, está también la reducción salarial» apunta.

Una situación que merma sus ingresos económicos con los que suele hacer frente a los pagos del alquiler de la vivienda que dispone por 500 euros mensuales. «El dueño del piso no sabe cómo tiene que actuar legalmente y me dijo que él, a modo personal, me ofrece un descuento de 200 euros este mes y el que viene», comenta. La comercial lamenta que «estos días hay mucha desinformación.» Y cree que deberían llegar a un acuerdo para afrontar esta situación. «Obviamente, mientras tenga la reducción de jornada, no puedo hacer frente a 500 euros, porque mi nómina va a ser menor de 900 euros seguro, incluso menos de 800», detalla. Belén es madre soltera y solo dispone de su sueldo para pagar la renta y los recibos de los suministros. «Nadie me pasa pensión ni tengo ninguna ayuda», aclara.

A través del ERTE, sigue contratada por su empresa y trabaja tres horas diarias, en vez de ocho, «esas tres horas las cobro al 100% por parte de la empresa y las cinco restantes las paga el Gobierno al 70%», subraya.

Roberto Abad, cajero

Posibilidad de aplazar el pago del alquiler

La emancipación es una realidad que no viven la mayoría de los jóvenes. En la capital aragonesa, los que lo hacen cuentan con viviendas de alquiler a precios más reducidos, integradas en el programa de viviendas compartidas del servicio de Juventud del Ayuntamiento de Zaragoza. Uno de los jóvenes que aprovecha el proyecto es Roberto Abad, quien lleva desde hace casi un año compartiendo piso.

El joven de 20 años trabaja en una cadena de restaurantes de comida rápida desde el mes de diciembre, pero actualmente la empresa se ha acogido a un ERTE. «No cobro un sueldo muy alto, el suficiente para pagar el piso, comer, comprar algo si me es necesario y pasar el mes, pero ahora con esta situación, nos han hecho un ERTE en la empresa, y nos han comunicado que este mes no cobraremos paro porque hay saturación, que lo haríamos el 10 de mayo», detalla.

Abad añade que en estos momentos tan complicados hubiera tenido muchas dificultades para pagar el alquiler del mes, pero aclara que le han dado la posibilidad de abonarlo cuando finalice el estado de alarma.

«Por circunstancias dejé de vivir con mi familia y económicamente he ido justo, aunque mi madre me ha ayudado siempre», recuerda. Por ello, la prórroga del pago es un alivio en su situación.

El piso en el que vive es compartido con otras dos personas, la renta que paga es de 138 euros, incluyendo el gasto de agua, luz, comunidad y conexión a internet.

El aplazamiento del alquiler es decisión del Ayuntamiento de Zaragoza para viviendas municipales. El consistorio estableció así medidas que faciliten el pago posterior en función de las posibilidades de los inquilinos. «No solo nos han dado un piso barato, sino que con esta iniciativa nos han ayudado», opina el joven zaragozano, a quien este tipo de decisiones le parecen ventajosas.

Judith Almeida, agencia de viajes

Algunos propietarios perdonan la renta

El alquiler de la vivienda es un gasto al que las familias hacen frente cada mes, pero hay casos en los que a éste se suma la renta del local de trabajo. Esta es la situación de Judith Almeida, arrendataria de vivienda como particular y propietaria de una agencia de viajes donde también tiene un contrato de arrendamiento de local.

Desde la declaración de Estado de alarma y cierre de negocios no esenciales, la zaragozana no trabaja y debe asumir el pago de ambas rentas. Sin embargo, cuenta con la consideración de su casera. «La propietaria de mi casa me dijo que este mes no pagara el piso. Ha sido bastante comprensible. Y el del local me dijo que los próximos tres meses me dejaba el alquiler al 50%», detalla. Almeida desempeña su empleo como autónoma y otros compañeros en la misma situación también se han visto beneficiados por la solidaridad de los arrendadores.

La vivienda habitual la comparte con su pareja y ambos pagan de renta aproximada de 540 euros al mes, disponiendo de garaje y trastero, pero los gastos de suministros los abonan aparte.

La gerente de la agencia de viajes explica que lleva más de un mes sin ingresos económicos y su pareja se quedó sin trabajo a mediados del mes de febrero, «lo que agrava la situación que estamos viviendo», comenta. Almeida tiene la esperanza de volver a trabajar a mediados de mayo o junio, pero afirma que su negocio tardará en recuperarse, porque «los viajes no son un bien de primera necesidad». Confía en que la gente viaje en los próximos meses porque «todo el mundo se quiere ir de vacaciones. Seguramente se irán a las Islas Baleares o a Canarias, en vez de Italia», subraya.

Por el momento, apunta que, como autónoma, se ha acogido al cese de actividad, en abril no le cobrarán la cuota y, al pagar la que es mínima, recibirá una ayuda de 650 euros al mes.