En las cuatro últimas semanas, el boletín epidemiológico había informado de la detección de algún posible caso de sarampión en Aragón. El brote, surgido en Huesca, acabó afectando a cinco personas, mayormente personas no vacunadas -el antídoto contra esta patología se incluyó en el calendario vacunacional en 1983-. Sin embargo, el informe acerca de la pasada semana advierte que no han aparecido nuevos enfermos desde el 12 de agosto. La amenaza, si es que alguna vez existió, se esfuma.

Los cinco casos de sarampión han sido confirmados microbiológicamente mientras que otras dos notificaciones se descartaron tras los resultados de los análisis. En todo caso, Salud Pública sigue recomendando contemplar el diagnóstico de sarampión si aparece fiebre y exantema en pacientes susceptibles, notificar la sospecha inmediatamente y el aislamiento domiciliario de los casos durante el periodo de transmisibilidad. Es decir, la vigilancia, lejos de relajarse, se mantiene, especialmente en el entorno de la ciudad de Huesca, hasta que se dé por extinguido el brote.

También recomienda completar la inmunización de personas susceptibles, particularmente en el entorno de casos sospechosos y en trabajadores de cuidados de salud.

Actualmente, la vacuna contra el sarampión se administra en dos dosis: la primera a los 12 meses y la segunda a los 3 años. En Aragón y el resto del país, la cobertura vacunacional -gratuita pero no obligatoria- supera el 95% y el movimiento antivacunas surgido en algunos países europeos apenas cuenta con seguimiento. Solo los nacidos antes de 1983 parecen estar en cierto riesgo, si bien muchos de ellos ya pasaron la enfermedad cuando eran pequeños, por lo que no volverán a sufrirla.