Los bancos volverán a apretarse el cinturón en 2019. Todo apunta que este año el sector financiero vivirá un nuevo capítulo de su eterna reestructuración financiera, que comenzó con la crisis del 2008. Y eso tendrá su impacto en Aragón, que en la última década ya ha visto menguar sus oficinas en un 42,1%, pasando de 1.807 sucursales a 1.043 (incluyendo los establecimientos financieros de crédito), según datos del Banco de España de septiembre del 2018.

Los ajustes laborales que plantea Caixabank, entidad que prevé reducir su plantilla en 2.157 personas (43 trabajadores en Aragón); el recién anunciado recorte del Santander, que afectaría a unos 3.000 trabajadores (el 9,2% del total de empleados que tiene en España) y supondría el cierre de unas mil oficinas; y el ERE fruto del proyecto de fusión de Unicaja y Liberbank son la antesala de otro año negro para la banca.

UNOS 8.000 EMPLEOS MENOS

Un reciente estudio de Adecco augura la destrucción de 7.500 puestos de trabajo en todo el territorio nacional con niveles de recortes superiores a los de los años más duros de la crisis económica. El propio vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, ha pedido al sector bancario hace solo unos días que intensifique sus esfuerzos para superar los retos estructurales a los que se enfrenta, incluyendo medidas como un ajuste de las redes comerciales.

Con este horizonte, todo apunta a que Aragón se quedará con menos de 1.000 sucursales bancarias, lo que le retrotrae a niveles de finales de los años 70 del siglo pasado. «Este año se perderán más oficinas y muchos empleos en la comunidad», asegura el responsable de UGT Aragón en el sector financiero, Emilio Romeo.

No obstante, podría ser peor. Ibercaja, que sondea el mejor momento para salir a bolsa, no contempla en el corto plazo aplicar un ajuste laboral, algo que podría significar un golpe mucho mayor para el empleo del sector en Aragón. No en vano, el banco cuenta con una cuota de mercado en la comunidad que ronda el 45%. Pese a ello, fuentes del sector reconocen que el ajuste en Ibercaja «es inevitable» antes del 2021. «Si no se puede obtener una mayor rentabilidad por el lado de los ingresos habrá que echar mano de la reducción de costes», añaden. Y eso es sinónimo de despidos.

TRABAJADORES MÁS JÓVENES

El problema, según Romeo, es que ahora es más complicado realizar reducciones de plantilla a través de prejubilaciones. «Los ajustes serán peores ahora que durante la crisis porque ya se han eliminado los empleos de los trabajadores con más edad. Ahora los ERE afectarán a personas de entre 40 y 50 años, precisó el responsable sindical. Pese a ello, Ibercaja todavía tiene recorrido para que estos empleados no sufran de forma directa los futuros recortes. En el último ERE, aplicado hace ahora dos años, la entidad ofreció salidas a los trabajadores a partir de los 56 años.

Las causas de estos ajustes hay que buscarlas en la escasa rentabilidad del sector por la existencia de unos tipos de interés históricamente bajos -a los que el presidente del BCE, Mario Draghi, decidió recientemente dar continuidad-, la imparable digitalización del sector bancario y el cambio de perfiles laborales en la banca. Estos dos últimos factores se traducirán en una drástica reducción de puestos de trabajo. «En el futuro habrá una gran oficina por cada cuatro pequeñas y los empleos estarán vinculados a las tecnologías y al ámbito comercial», señalan desde una entidad aragonesa.

Un dato ilustra el escenario ante el que se encuentra el sector bancario: el 90% de las transferencias y el 95% de las compraventas de valores se llevan a cabo por la vía digital. En los últimos cinco años el salto ha sido más que notable. Y esto, según señalan desde distintas entidades, es solo el principio.